Este es un bello dicho de S. Juan de la Cruz que nos puede ayudar y, por eso, me gustaría
comentarlo. Todos podemos tratar de descubrir lo que se encierra en él. Y, con
permiso del santo, voy a dar mi punto de vista aunque haya sido comentado por otros.
Pregunté sobre esta materia
a un amigo, ya mayor, y por tanto
con la sabiduría de los años, y me dijo
que andar en amor era andar con Dios.
Naturalmente Dios es amor, nos hizo por amor y para amar y sólo así nos
realizamos. Por tanto hay que intentar abrir las puertas a Dios para que esté
presente en nuestra vida, dejarle sitio, consultarle cosas y contar con Él. Así
andaremos en amor.
La expresión “andar”, indica movimiento, progreso, quizá
riesgo. Esa es una actitud de relación con Dios y con el mundo que nos rodea,
y, dentro de ese mundo, con el ser humano, misterioso y maravilloso.
Es un interés por
todo. Pero ¿cómo conseguirlo?
Hay quien dice que
querer a ciertas personas es difícil pues por falta de virtudes humanas no nos
sentimos inclinados a quererlas. Pienso en los profesores que tienen alumnos
que hablan en clase o que no escuchan, son difíciles de soportar y animan poco
a quererles.
Hay que decir que este amor universal es un don de Dios, que
nosotros hemos de pedir y cultivar. A mí me gusta dirigirme a Jesús, María, o a José e incluso a la Magdalena pidiéndole a
cada uno - voy cambiando -, dame un corazón como el tuyo. Hay que
pedir lo que no hemos alcanzado y luego soplar
ese fuego para que crezca. Ezequiel dice, de parte de Dios: os daré un
corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo. Ez. 36, 24. Eso es lo que
necesitamos superando el corazón de piedra y de pecado.
El amor no cansa
En una ocasión, le decía a una persona muy popular incluso
entre niños y jóvenes, que quería a
mucha gente. Me contestó: si, pero a mí también me gusta que me quieran. A
todos nos pasa lo mismo.
El ser amado no cansa, con tal que busquen nuestro
verdadero bien y que nos den comida de hijos de Dios. Es ese alimento que enriquece, del que habló
Jesús. P.e. a la samaritana le habla del agua que el que la beba no volverá a
tener sed. Se refería al Espíritu Santo. Y en Cafarnaún habla del pan de vida
que el que lo coma tiene vida eterna, se refería a la Eucaristía. También es
comida para dar a un hijo de Dios la Palabra. Dijo Jesús, No sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca
de Dios. Qué grande es dar una palabra a nuestros amigos y como mejoran sus
vidas ¡!.
En cambio no hemos de dar comida de cerdos, como la que
buscó el Hijo Pródigo, en aquel lugar lejano. Lejano del Padre.
El que anda en amor no se cansa
No se cansa porque el amor da alas. Conocí a un joven que le
costaba mucho ir a Misa el Domingo, eso que estaba cerca de la iglesia. Un día
se lo dije y me puso mil disculpas por su trabajo, su cansancio etc.
Después me enteré que se había echado
novia en una ciudad a más de 60 quilómetros de distancia, pero, como la amaba,
no tenía inconveniente en levantarse muy
temprano e ir a verla todos los domingos. El amor hace esos milagros. El amor
no pone pegas, resuelve problemas y es
activo.
He visto a muchos compañeros sacerdotes que les van
añadiendo más y más trabajo por la escasez de sacerdotes y, como lo hacen con
amor, lo aceptan y, aunque al final del
día queden cansados, no se cansan.
En países de África muchos católicos tienen grandes
distancias para poder oír Misa el domingo y estar con la comunidad, y no
protestan sino que van contentísimos a
pesar del madrugón y de tener que ir a pie tan largo trecho. Lo hacen porque
aman a Dios y a la comunidad.
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