Fui a dar un retiro a sacerdotes en la villa de Santa comba.
Allí se reúnen, con tal motivo,
unos 12 que luego también comen juntos, como suele
hacerse en estos casos.
Antes de entrar en esta iglesia moderna, obra del conocido arquitecto Andrés Fernández-Albalat. Me
fijé en una imagen de la fachada, se
trata de la Sagrada Familia. Es una escultura devota, se ve que hecha con amor, en piedra, y muy digna de
considerarse en este año de la Familia. Le comenté al párroco que sería bonito destacarla de alguna manera.
Luego entré en el templo y me llamó la atención la zona del
presbiterio. Tiene unos grades paneles relacionados con S. Pedro el titular de
la parroquia. Uno es la vocación de
Pedro al lado de las cestas de pesca. Los pescados parecen recién cogidos en la
mar. Y al otro lado está la entrega por Jesús de las llaves símbolo del poder espiritual
de Pedro y sus sucesores.
Por otro lado está el acondicinamiento del presbiterio con
unas vallas de cristal y madera, que hacen una buena combinación, y unos adecuados ambones. Todo obra de
Talleres de Arte Granda. Esta mejora se
hizo estando de administrador parroquial D. Eduardo Prado Alvaredo, tal como recuerda
una placa.
El sagrario destaca con luz propia en el centro y a él se
accede por unos peldaños de mármol oscuro. Encima y detrás del sagrario hay una cruz grande que ya estaba antes de la
reforma de 2012, pero con un fondo adecuado.
Al salir me acerqué a la sepultura de Joaquin Torres Valiñas
que fue el que sacó la iglesia adelante y que estuvo en Santa Comba muchos años.Está a la entrada -y dentro- de la glesia.
Tenía flores y unos velones.
En el
cementerio parroquial visité la tumba de un sacerdote natural de esta villa: Angel
Rieiro Alvite. Le recé un responso al amigo.
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