La catedral ofreció una hermosa fiesta de Corpus que puede ser modelo a tener en cuenta en otros lugares de culto. Estaba iluminada a tope y con muchas flores que la embellecían.
Se llenó de fieles con bastante anticipación, muchos de pie
por estar llenos los bancos. Fue una buena
idea reservar una nave para las cofradías que según llegaban, y con bastante
antelación, fueron colocando los
estandartes apoyados en las columnas de una de las naves que tenían asignadas. Luego
los cofrades se fueron colocando en su cercanía. Se pudo observar que muchos
cofrades intercambiaban saludos amistosos.
Venían vestidos de fiesta y con caras
alegres, también de fiesta.
Merece destacar las oportunas moniciones que hizo el Sr. Deán a lo largo de la ceremonia, con discretas explicaciones teológicas y escriturísticas que iluminaron los momentos clave de la Misa y procesión.
El Sr. Arzobispo habló de la grandeza de ese Pan de vida y de la respuesta que cabe esperar de nosotros.
Concelebró el Sr Obispo Auxiliar y más de 20 sacerdotes, algunos extranjeros que participaron en momentos puntuales con su propia lengua nativa.
En los cantos alternaba el coro y un cantor, aunque el pueblo participaba poco en el canto. Hay que decir a su favor de la gente, que en la consagración de la Misa, los que tenían banco, se arrodillaron adorando y que a la comunión se acercaron sin prisas y ordenadamente. Luego muchos se arrodillaron a dar gracias.
La procesión es parte importante del Corpus pues el Señor sale al encuentro de los que no le buscan, pero por razón del mal tiempo no salió por las calles y se hizo recorriendo las naves del templo.
Llamaba la atención el gran número de estandartes de las cofradías, parecía un bosque, que iban abriendo el camino, detrás los sacerdotes, luego la gran Custodia y por último un grupo de tambores y trompetas, que por momentos atronaban la catedral.
Al final bendición, alabanzas y despedida por el Sr. Arzobispo.
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