A veces cuando queremos evangelizar y anunciar a Cristo, nos gustaría tener la lengua de los mismos ángeles, para llegar al corazón de los oyentes. Anunciamos grandes misterios, la Trinidad, la Encarnación, la Eucaristía y realmente nuestras palabras humanas son pobres para anunciar tanto bien y tanta maravilla
Ciertamente es bueno desear y tener un lenguaje pulido y bien expresivo, pero también dice el Espíritu Santo por San Pablo que aunque tuviera la lengua de los ángeles, si no tengo amor, nada vale.
Ante esto se ve que lo que nos debe preocupar es amar más a Dios y a los demás por Dios. Ese amor da valor a nuestras palabras y a nuestras obras. Se hacen grandes y valiosas, y ahí sí hemos de afinar cada día.Algo parecido pasa en el trato humano. Lo que vale es amar y
ser amado, las palabras o los gestos fraternos, son un buen complemento, pero nada más.
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