Estuve hace días con un pequeño grupo del Camino
Neocatecumenal, en la casa de uno de
ellos.
Se trataba de escrutar un salmo y de ver como se cumple en Jesús y en
nosotros.
En un momento de cambio de impresiones y comentarios, una señora casada, allí presente, nos dijo una iniciativa que tuvieron en su
familia, que venía a cuento con el salmo. Cuando estaban de aniversario de
bodas se hacían unos regalos entre padres e
hijos, al terminar la sesión de entrega y apertura , luego decían : vamos a ver qué regalo nos hace Dios y
abrían el Evangelio, por donde saliera, y aquello primero que veían, lo leían y ese era el regalo de Dios.
Me pareció una bonita
iniciativa y le estuve dando vueltas varios días. Entonces se me ocurrió que no
hacía falta esperar a un aniversario, pues todas las mañanas cuando abro el Evangelio puedo leerlo para ver que me regala Dios para ese día, o
también cuando lo oigo en la Stª . Misa puedo estar a la expectativa para ver
que me regala Dios en ese momento.
Ya empecé a hacerlo y, desde luego, lo leo con otra ilusión.
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