Del
8 al 12 de julio tuvo lugar en la Estación de Esquí de Cabeza de Manzaneda
(Ourense), el primer campamento de postconfirmación llevado a cabo en Galicia.
Lo
primero que se nos puede ocurrir al leer lo anterior es ¿Qué es esto de la
postconfirmación?.
En pocas palabras, se trata de una experiencia originaria de Italia, donde ya llevan más de 15 años de actividad y que se ha extendido a muchos países, en la que se trata de dar respuesta y ayuda a los problemas e inquietudes de todo tipo que surgen en la adolescencia (más o menos entre los 13 y los 18 años). Se lleva a cabo en pequeños grupos de 6-8 jóvenes de edades similares, acompañados siempre por un matrimonio, que están vinculados y sostenidos por una parroquia. Normalmente durante el curso académico se realiza una reunión semanal y en el verano, como colofón, se organiza un campamento.
En pocas palabras, se trata de una experiencia originaria de Italia, donde ya llevan más de 15 años de actividad y que se ha extendido a muchos países, en la que se trata de dar respuesta y ayuda a los problemas e inquietudes de todo tipo que surgen en la adolescencia (más o menos entre los 13 y los 18 años). Se lleva a cabo en pequeños grupos de 6-8 jóvenes de edades similares, acompañados siempre por un matrimonio, que están vinculados y sostenidos por una parroquia. Normalmente durante el curso académico se realiza una reunión semanal y en el verano, como colofón, se organiza un campamento.
Es
bueno también destacar que a pesar de su nombre, postconfirmación, no es algo
que se lleve a cabo únicamente después de que los jóvenes reciban el sacramento
de la confirmación sino que puede valer (y de hecho nuestro párroco lo acepta
así) como una preparación a la misma.
Hecha esta introducción, durante el curso pasado iniciaron esta experiencia en Galicia dos parroquias: San Cayetano en Santiago y Santa María de Rutis en Vilaboa-Culleredo. Cerca de 20 chavales, 3 matrimonios y, por supuesto, los 2 párrocos, han sido los pioneros en esta pastoral donde se ha intentado reproducir el modelo importado de Italia donde hay parroquias como la de los Mártires Canadienses en Roma que cuentan con más de 200 jóvenes participando de esta realidad.
Como
ya se ha comentado, desde septiembre del año pasado a junio se llevaron a cabo durante
casi todas las semanas una reunión de más o menos una hora de duración y
finalmente el 8 de julio nos juntamos en la Iglesia de San Cayetano 12 jóvenes,
3 matrimonios y un sacerdote, Ramón María Vila, que se brindó a acompañarnos y
a asistirnos durante todo el campamento desarrollando una labor impagable.
Durante
estos cinco días hubo tiempo prácticamente para todo. Tiempo para conocernos
todos un poco más. Tiempo para caminar, hacer rutas, cansarnos, reírnos,
acostarnos tarde y levantarnos pronto. Tiempo para hacer escalada, montar a
caballo, tirar con arco (en este sentido agradecer la ayuda de los monitores
proporcionados por la estación de esquí Oca Nova Manzaneda y en general toda la
disponibilidad de los trabajadores del complejo que se desvivieron porque
nuestra estancia fuese lo más agradable posible). Pero también tiempo para
estar con el Señor, porque al final de esto era de lo que se trataba y sin lo
cual todo lo anterior simplemente se convertiría en un conjunto de actividades
de entretenimiento sin más.
Se
intentó y pensamos que se logró, buscar
un equilibrio entre momentos de diversión y de oración (este era el miedo que
tenían antes de empezar el campamento los chavales “no vamos a estar todo el
día rezando, ¿no?” y al final ninguno se quejó de esto, buena señal), de tener
un encuentro con el Señor, bien de forma individual cada uno con su biblia o
bien colectivamente mediante la celebración de la eucaristía, del sacramento de
la penitencia, etc. Y al final, como siempre sucede cuando se le busca, El Señor
aparece y lo hace con potencia ¿Cómo?, pues siempre a través de pequeños
signos, como fueron la alegría con que vivimos estos días, el espíritu de
colaboración, de no ser egoístas, de darse al otro, de hablar con libertad, de
dejarse ayudar y, a veces, también dejarse corregir con humildad.
Acabaron
estos días, pero los frutos perduran y la prueba es que todos los jóvenes que
fueron a Manzaneda van a seguir este año. La experiencia que Dios es alguien
cercano a ti, que te quiere conocer y que tu le conozcas, que utiliza tu mismo
lenguaje es algo que está presente en todos los participantes del campamento.
Para
finalizar, animar a todos los padres de chicos de este rango de edad (entre los
13 y 18 años) a que los inviten a integrarse en alguno de estos grupos que
están funcionando en la parroquia. Les será de gran ayuda para encarar un
tiempo para ellos de grandes cambios, no solo físicos sino también mentales y
sociales. Un tiempo muchas veces complicado en el que los padres, aunque
quieran, muchas veces no los pueden ayudar. Los interesados, por favor,
contactar con Don Víctor.
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