miércoles, 27 de enero de 2021

Alegría, hermanos.

 


Así comenzaba la monición inicial que en un domingo,  un monitor joven,  hacía al comienzo de  la Misa. La Misa era la ocasión de que la alegría comenzara o se robusteciera en el corazón.

Hoy miércoles 27 de enero, recibí una llamada telefónica de una señora mayor que de vez en cuando me llama. Me dijo más o menos esto: estoy contenta, me levanté muy alta de moral, vivo sola,  pero no estoy sola. Me he dado cuenta que, Jesús, el Señor , está conmigo.

 Y así siguió en este tono optimista,  viendo la mano amorosa de Dios en todo, hasta en la perrina que le hace compañía y que por la edad ya debía haber muerto, y sin embargo sigue allí. Ella lo toma como un detalle de Dios-Padre.

Dios conmigo. Ese es el secreto. Pero no solo está conmigo, sino que está como lo que es, como Dios y como Padre.  Hace que todo coopere a nuestro bien, incluso el martirio que nos hace santos. 

Muchos mártires iban cantando al tormento acompañados por la fuerza de Dios. Luego está  el pequeño martirio diario que cada uno conoce y también es una ocasión de dar testimonio y nos va haciendo santos. También ahi hemos de procurar cantar.

Estad alegres , san Pablo añadiría,  “os lo repito, estad alegres”, incluso en la hora  de la muerte,  cuando nos venga. Sin  miedo pasamos esa puerta para ir a la casa del Padre. 

Ahí nos  esperan,  bien afinados,  los coros celestiales,  porque somos los  hijos  que llegan de la gran tribulación, y los hijos entran en la casa de su Padre. Como me decía una  viejecita no habrá semáforos cerrados, en rojo. Todos en verde.

Pero Vd. ¿no ve tantos males, tantas desgracias?…si lo veo y veo en ellas la oportunidad de  una conversión, de mejora,  de vivir la caridad con los más necesitados.

 Así reaccionaba el pueblo de Israel, convirtiéndose a Dios, y Dios le sacaba de la tribulación o le daba fuerzas para  sobrellevarla.

Hay un refrán que dice: no hay mal que por bien no  venga. El  mal que vemos o padecemos, nos llama a hacer el bien con alegría, a fomentar la cultura del cuidar al otro(Francisco), de desprendernos de los bienes pasajeros, nos purifica...

Hermanos, un buena noticia: Alegría. Dios nos quiere.

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