El primer intento |
Se trata pues de preparar la sala de exposiciones para una presentación sobre el 150 aniversario de San José como patrono de la Iglesia. Es decir, es un trabajo laborioso de adornar y tener una imaginación artístico para llevar a cabo tal misión.
Al principio, quería decir "no" porque ni yo ni mi compañero nunca hemos probado hacer tal cosa en nuestra vida ni, al menos, tenemos tal don. O sea, será la primera vez que lo haremos si vamos a aceptarlo y se sabe que el primero siempre es un experimento en que no hay certeza. Por lo cual, si se espera que la exposición será buena, mejor que lo hagan otros que saben más que nosotros.
Los sueños de San José |
En este momento me doy cuenta de que estoy buscando razones solo para evitar una gran responsabilidad, mostrando así mi falta de rectitud de intención . Sin embargo, cambié mi opinión cuando surgió en mi cabeza el ejemplo de San José, el objeto de la exposición.
Pues, recordaba esa escena del evangelio cuando este gran hombre -aún no preparado porque nunca esperaba jamás aquella misión- obedeció y llevó a cabo enseguida ese proyecto que Dios le ha confiado: "al despertar, hizo lo que el ángel del Señor le había ordenado" (Mt. 1, 24).
Este relato es siempre una maravilla para mí. Porque me enseña y, sobre todo, me recuerda aquella realidad importantísima sobre la misión divina: "Cuando Dios llama, no llama a los preparados, sino prepara a los que ha llamado". Con esto, me he aliviado de las dudas y miedo que he tenido. Por lo tanto, inspirado por la fe y valentía de San José, acepté el encargo -que nunca esperaba jamás- confiando en que Dios me va a preparar en el camino para poder cumplir tal proyecto y llevarlo a un buen fin, como hizo a este hombre dócil.
Ahora pues, ya he entendido porque San José es declarado como patrono de la Iglesia Católica. Como la Iglesia es una gran familia de Dios (Ef. 2, 19), es muy fácil a pensar que necesita un padre que la puede sacar adelante.
Pero para poder realizar esta tarea, este padre debe ser una persona de gran fe y de valentía para confrontar las novedades y, aún más, las contrariedades que pueden presentar en su camino. Por lo cual, San José, que es el padre de nuestro Señor Jesucristo - la Cabeza de la Iglesia-, es el hombre adecuado para esta gran misión de sacar adelante y al mismo interceder delante de Dios para la Iglesia Católica.
Si él puede ser patrono de la Iglesia Católica, aún más puede ser también un gran patrono y ejemplo para cada familia, que es la iglesia doméstica. Él nos puede enseñar que la realidad de familia es un gran don de Dios y por lo tanto los padres tienen la misión de mantener, proteger y sobre todo cuidar este don.
Yo creo que cuando San José recibió la llamada de acoger a María, ya sabía muy bien que la misión que ha recibido no es otra que establecer una familia, que es una Santa Familia. Por lo cual, San José hacía todo lo que un buen padre podía hacer: mantener su íntima relación con María y el niño Jesús, dar una buena educación a su hijo, trabajar bien para sostener las necesidades de la Santa Familia, saber disculpar si él ha hecho mal las cosas -por cierto, San José también es un hombre normal como nosotros y por lo cual, está también manchado por el pecado original- y sobre todo llevarles más a Dios.
La figura de San José es una gran enseñanza para todos aquellos padres que no tienen otra cosa que pensar que en el bien y la santidad de su familia.
Que San José sea nuestra inspiración y fuerza para llevar a cabo esta gran encargo de hacer la familia un lugar donde todo actualize sus potenciales y llegue un día a la santidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario