martes, 5 de enero de 2016

Llegué contento a casa




La tarde del domingo la dediqué a ver enfermos que generalmente son sacerdotes  conocidos míos y que están en centros de salud. Gracias a Dios no es algo excepcional,  pues conozco un compañero que las tardes de los domingos  va alternativamente a una de las dos zonas de la diócesis, a Coruña o a Pontevedra.

Algunos de los visitados son  fijos, los visito casi todas las semanas y  les atiendo espiritualmente. También trato de hacerles pasar un rato agradable. Generalmente les interesan noticias de los compañeros o iniciativas de la diócesis. Como  estamos a principio de año les felicité el año nuevo. Dos estaban en el hospital , José Luís y Ramón y otro en el geriátrico.
 Procuro adaptarme a su situación e intereses.

Esta vez al ir al hospital me encontré otra gente conocida, dos compañeros y una feligresa, que me informaron de otro sacerdote, Santeles,  amigo común y de una monja, Sor Trini. Entonces aproveché para también ir a verles y conversar con ellos y sus familiares que estaban cuidándoles o haciéndoles compañía.
También suelo saludar a los demás que están en la habitación común, de tres camas,  y,  aunque no los conozca de nada, les cae bien una sonrisa.

A algunos les doy una  bendición o les cuento algo. En este día les conté la anécdota del Papa Francisco con los niños. Uno de los niños cantores,  le preguntó cuál iba a ser el propósito del Papa para este año que comienza y el Papa le contesto: Rezar más. A ver si los enfermos se animan a coger ese propósito de rezar mas.Ellos tienen tiempo.

Después de todo esto llegué a casa cansado, pero contento pues había confortado a bastantes personas que encontré o procuré encontrar en mi camino. Visitar a los  enfermos es una hermosa obra de misericordia y muy agradecida.

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