La tarde del domingo la dediqué a ver enfermos que
generalmente son sacerdotes conocidos
míos y que están en centros de salud. Gracias a Dios no es algo
excepcional, pues conozco un compañero
que las tardes de los domingos va alternativamente
a una de las dos zonas de la diócesis, a Coruña o a Pontevedra.
Algunos de los visitados son
fijos, los visito casi todas las semanas y les atiendo espiritualmente. También trato de
hacerles pasar un rato agradable. Generalmente les interesan noticias de los
compañeros o iniciativas de la diócesis. Como
estamos a principio de año les felicité el año nuevo. Dos estaban en el
hospital , José Luís y Ramón y otro en el geriátrico.
Procuro adaptarme a su
situación e intereses.
Esta vez al ir al hospital me encontré otra gente conocida,
dos compañeros y una feligresa, que me informaron de otro sacerdote, Santeles, amigo común y de una monja, Sor Trini.
Entonces aproveché para también ir a verles y conversar con ellos y sus
familiares que estaban cuidándoles o haciéndoles compañía.
También suelo saludar a los demás que están en la habitación
común, de tres camas, y, aunque no los conozca de nada, les cae bien
una sonrisa.
A algunos les doy una
bendición o les cuento algo. En este día les conté la anécdota del Papa
Francisco con los niños. Uno de los niños cantores, le preguntó cuál iba a ser el propósito del
Papa para este año que comienza y el Papa le contesto: Rezar más. A ver si los enfermos se animan a coger ese propósito de
rezar mas.Ellos tienen tiempo.
Después de todo esto llegué a casa cansado, pero contento
pues había confortado a bastantes personas que encontré o procuré encontrar en
mi camino. Visitar a los enfermos es una
hermosa obra de misericordia y muy agradecida.
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