Las
manos.
Santa
María de Guadalupe es una mujer en oración, lo que se puede apreciar
perfectamente al ver cómo junta sus manos, semejante a la usanza europea; y al
mismo tiempo, todo mando, tomando en cuenta que también para los indígenas Ella
está en oración a su modo y usanza.
Pues
los indígenas la veían como todo un códice plano, pues ellos nunca dibujaban o
pintaban en tercera dimensión, es decir, ellos no tomaban en cuenta la
profundidad, la luz y la sombra en una imagen, tal y como se aprecia en la
tilma de San Juan Diego, en donde está la Virgen de Guadalupe; de esta manera
podemos perfectamente entender que la flor-cerro-corazón dorada que se
encuentra en su vestido a la altura de su pecho, está incluida dentro de estas
manos; y si tomamos en cuenta el “paso de la danza” de la Virgen de Guadalupe.
De
esta manera podemos comprende que los indígenas inmediatamente captaron que
Ella está en oración a su usanza. Los indígenas contemplando a la virgen de
Guadalupe decían: “nuestros mayores ofrecían corazones vivos a Dios, para que
hubiera armonía en la vida. Esta mujer dice que, sin arrancarlos, le pongamos
los nuestros entre sus manos para que ella los presente al verdadero Dios”.
La
cinta oscura.
La
cinta anudada en la parte superior del vientre, anuncia su maternidad, por lo
tanto, es una mujer “en cinta”, es una “mujer de espera”, es una “mujer de
Adviento”. Ella es la madre de Dios, es el “Arca viviente de la Alianza” como
dijo el papa emérito Benedicto XVI.
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