Días pasados, al salir de la catedral un seminarista, otro
sacerdote y un servidor, pasando por la
Quintana se nos acercó una señora que nos regaló una postal de la Virgen de Guadalupe de México a cada uno.
Luego nos dijo que pertenecía a un grupo de unas mil mujeres
que rezaban todos los días por los sacerdotes, por la santidad de los
sacerdotes.
Es en México capital. Me llamó
la atención y me alegró saber esto que nos afecta tan directamente a los
sacerdotes.
Sé que hay religiosas como las carmelitas o las auxiliares
parroquiales y otras, que llevan una vida de adoración y que encomiendan a
diario a los sacerdotes, pero es la primera vez que oigo algo parecido de un
grupo, y tan numeroso, de seglares y mujeres que no son religiosas y que se han
unido para rezar por los sacerdotes.
Se reúnen con
frecuencia y se animan a esta petición constante, con la conciencia de que si
les va bien a los pastores, les va bien
a las ovejas.
Que Dios bendiga a
estas mujeres y las oiga. También los sacerdotes solemos rezar por nuestros bienhechores que a
veces, como en este caso, ni conocemos, pero Dios lo sabe.
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