En la capilla de San Roque, con un buen grupo de gente, tuvo
lugar la conferencia de Fernández Lago.
Le presentó el vicario parroquial, don Carlos Carrasco.
Habló don José de la vida y actitud de los padres, con respecto
a su hijo San Roque, y dijo dos cosas: que lo
consideraron un don de Dios y que deseaban que fuera santo.
Luego el conferenciante se entretiene con la vida de este
joven que renuncia a sus bienes y a su comodidad para servir mejor a
Cristo. Decide peregrinar a Roma y es un buen modelo de
peregrino, porque dedica largos ratos a hablar con Dios y crece en la Fe y
confianza con Dios.
Con su vida, nos dice don José, nos recuerda a todos que somos peregrinos en tierra extraña.
En su camino encuentra y ve enfermos y en ellos ve a Cristo
enfermo y necesitado. Pasa por Rimini y Piacenza, camina sin prisas y se hace
sensible a la naturaleza, al sol, a los paisajes y a los compañeros de
peregrinación. Todo lo mira, con mirada contemplativa, desde Dios.
Es un peregrino de verdad, al llegar a Roma se confiesa y
luego comulga el cuerpo de Cristo, que es prenda de vida eterna.
Cuando regresa de Roma a Montpellier, sigue atendiendo a los
enfermos a quienes ama y los trata como hermanos. Los prepara para el encuentro
con el Esposo, no los engaña sino que les ayuda a morir sabiendo que se van a
encontrar con Dios.
San Roque enferma también y un perro le ayuda. En eso ve la mano de Dios que le consuela.
Ese consuelo de Dios le sirve para consolar a otros desde Dios.
La peregrinación enriquece espiritualmente a San Roque que
quiso imitar a Jesús. Él también experimenta el rechazo y sufre soledad y
acusaciones injustas.
Este santo es modelo para todos, pues todos
peregrinamos hacia la patria verdadera del cielo en donde Dios nos da, si hemos
sido fieles, una vida sin fin
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