jueves, 11 de noviembre de 2021

Lo primero, comulgar en la Misa.

 



Hoy tuve una interesante  conversación con un feligrés de esos que piensan y le dan vuelta a las cosas. Me ayudó a valorar más la comunión en la Misa. Que bien cuando hay mucha gente que comulga en la Misa a la que asiste presencialmente.

Me comentó,  con fuerza,  que a la Misa vamos a comulgar, a recibir el cuerpo de Cristo que viene a nosotros como alimento, es alimento del alma. Continuaba diciendo que la misa por TV,  le falta algo esencial pues le falta la comunión. Es como ver por TV una suculenta cena,  pero esa comida virtual no alimenta.

Le contesté que a la Misa vamos también por otras cosas como pedir perdón, reparar las ofensas a Dios, escuchar la Palabra  que también es alimento, pero ciertamente estoy de acuerdo en que lo primero es comulgar,

Es como si  compramos  el periódico  es para leerlo o si cogemos el autobús no es para quedarnos dentro sino para ir a alguna parte. Si vamos a Misa es para comulgar,  en primer lugar.

La misa es un Sacrum convivium, un convite sagrado y no vamos solo a ver, sino a participar en esa comida. El Señor ha dicho y se recuerda en todas las misas: tomad y comed, no tomad y ved.

Eso sí, hay que tener el alma limpia y el cuerpo limpio. El comulgar en pecado mortal, sin confesarse antes, es una grave ofensa a Dios y en palabras de S. Manuel González es meter lepra en mi alma y en el cuerpo de la Iglesia. No basta con arrepentirnos y pedir perdón a solas, hay que confesarse.

 Vamos bien como discípulos de Cristo si comulgamos en la Misa, porque si hay comunión con Cristo, unidos  Él, salimos de nuestro ego y somos capaces de volvernos sinceramente hacia los intereses de los demás y por tanto servir, que para eso nos llamó el Señor. De ahí que un matrimonio que comulgan los dos,  y se unen de verdad a Cristo, es una matrimonio en donde hay entendimiento entre los dos y con los hijos.

 

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