domingo, 30 de junio de 2019

Estuve en Fátima



Desde el lunes pasado hasta hoy, estuve en Fátima haciendo un curso de Retiro que, en general,  los sacerdotes hacemos todos los años en el lugar que elijamos.

Éramos unos 50 sacerdotes de toda España y parábamos en  un hotel (S. Amaro). Este hotel tiene varias capillas una de ellas muy capaz para grupos numerosos. Está cerca de la Capeliña y de las basílicas. Da tiempo  de rezar un rosario,  caminando despacio.

El salir a la calle, era seguir rezando, pues en Fátima todo habla de María y las calles son, me las imagino, como un claustro de un monasterio medieval.

Teníamos las meditaciones en la capilla del hotel y la Misa en la capeliña o en la Resurrección del Señor.

El primer día presidió la santa Misa un “Pope”. Bueno un sacerdote que lleva varios años en Rusia, pero que está muy identificado con su entorno ortodoxo-católico: larga barba blanca, pelo ensortijado y largo, sotana sin pliegues y una cruz al pecho a modo de pectoral. En la parroquia,  en donde está, tiene solo unos cuarenta católicos que son sus ovejas  a las que cuida con esmero.

 Nos gritó en la predicación que hay que orar más, mucho más. Ser santo  y ayudar a otros a ser santos, querer más a los feligreses, como sacerdotes que somos.

Nos animó a la esperanza, nosotros colaboramos pero Dios es quien convierte y a él le  dejamos esa responsabilidad y por eso esperamos que todo salga bien.

A la noche nos uníamos al rosario con el pueblo allí reunido en la capeliña. Gente de muchos y diversos países, unidos todos con María en oración.

La mayoría estaban sentados, otros muchos de pie en los alrededores y aquí y allá alguna persona joven de rodillas todo el rato. También se veían devotos que hacía el camino a la capeliña desde los alto de la explanada, de rodillas,  siguiendo una tradición que parte de la vidente  Lucia que lo  hizo con su familia para pedir la curación de su madre.

Casi siempre en los santuarios busco la ocasión de preguntar a alguien,  si “hay milagros” en ese santuario.

 Pues bien, un día que iba rezando el rosario se me acercó un joven y entramos en conversación.  Se le veía conocedor de Fátima. Tan pronto pude,  le hice la pregunta.

 El me dijo: aquí en Fátima hay milagros morales de conversiones y también milagros físicos. Y me contó uno relatado a él por la protagonista una mujer ya mayor. Contó  como su hijo tuvo un accidente y rompió una pierna. Fue al médico y se la enyesó pero los  huesos soldaron uno encima del otro cosa que le produjo una cojera espectacular. Volvió a otro médico  y este  le explicó lo que ocurría y que había que romper y empatar  bien los huesos.

La madre del chico le  dijo que  no quería hacer sufrir más a su hijo y que se lo iba a pedir a la Virgen de Fátima. Rezó mucho, mucho.

Un buen día el chico  le dice a la madre: siento que estoy curado, deja las muletas y echa a andar normal. La madre se desmaya.
 Pasado el tiempo,   le miran la pierna a ver como está y ven que el hueso está bien empatado, no uno sobre el otro como al principio.
la capeliña primitiva después de una bomba

 Me comentaba el joven que la Virgen hace las cosas bien, también los milagros. A mi me recordó el milagro del cojo de Calanda.

 Luego las muletas las llevaron al santuario como recuerdo de este portento y allí están guardadas.

domingo, 23 de junio de 2019

11 campeones



Tuvimos una gran  fiesta en la parroquia de S. Juan con varias felices coincidencias. La primera comunión de 11 niños , la fiesta de S. Juan y sobre todo el día de Corpus o fiesta del Santísimo sacramento.

Ya antes de bajar para la iglesia una señora de Fontiñas me dio dos bolsas de flores para  poder adornar el camino de la procesión,  cosa que hicimos al llegar , Luigi y yo.

Luego, al entrar en la iglesia, se notaba mucho movimiento: la coral ensayando, las campanas anunciando la fiesta, los fotógrafos aprovechando el tiempo con los primeros niños que llegan,  para ir adelantando las fotos de rigor. Y otros poniendo los últimos detalles de la ceremonia, es decir de la Misa, que es lo importante.

La asamblea ya estaba reunida poco antes de la hora y los niños, todos elegantes, estaban  junto al sacerdote para empezar la procesión de entrada. Angelus y canto de entrada. Eran  las 12 en punto.
 Cada uno se fue colocando en su sitio y empieza la Misa después de una sencilla lectura de los nombres de los primo-comulgantes y una  bienvenida a todos.

Las lecturas las hacen los familiares de los niños y Antonio, lee el himno de este día. Luego la proclamación de el Evangelio en donde Jesús nos evangeliza hoy y a continuación la homilía, la reflexión de la Iglesia.
El sacerdote dijo que el Jesús que recibíamos era el que había estado en la cruz, y , ahora glorioso en los cielos a la derecha del Padre.

 Luego nos contó como hacia Jesús hay que tener reverencia y dejar otras ocupaciones y nos contó la historia de 5 ciclistas jóvenes que ante la procesión de Corpus dejan las bicis arrimadas a un árbol y se ponen de rodillas adorando,  ante toda la procesión. Concluía  el sacerdote que debiéramos aprender a adorar al  Señor sin tener en cuenta el que podrán pensar de nosotros y dejar otras cosas secundarias a un lado, “arrimadas a un árbol”.

La coral imponente, como siempre, poniendo alma en sus cantos que nos elevaban al Cielo.

 Hubo una procesión de ofrendas. En esta ocasión además del pan y vino se hizo la ofrenda simbólica de un balón representando el deporte, que es bueno para el cuerpo y para el alma, se ofreció por un niño la Biblia que es la Palabra que alimenta y otro niño llevó un libro de literatura representando la belleza.

La comunión sin prisas y luego un poco de acción de gracias, todos juntos, la imposición del escapulario del Carmen que tiene tantos privilegios,  y ya la procesión alrededor de la iglesia.

 Los   niños echaban pétalos de flores por donde había de pasar el Santísimo,  llevado  en manos del Sacerdote que iba bendiciendo a todo el  que allí estaba.

Fue una hermosa jornada que quedará para siempre en el recuerdo de esos 11 campeones y en la experiencia de sus familiares,  pues también los mayores hemos de creer como creen los niños.


sábado, 22 de junio de 2019

A propósito de la fiesta de Corpus.



Con motivo de esta entrañable fiesta de la Eucaristía algunas historias eucarísticas.

Una sucedida ayer en la iglesia de S. Juan en Santiago. Había unos  11  niños para confesarse con motivo de su Primera comunión que será el domingo.

Llegó, pues, uno de los confesores y se acercó a los niños como disfrutando de su alegría, y les  dijo,” vosotros no estáis nerviosos, pero ¿sabéis quien lo está y mucho?”. Yo pensaba que  íbamos a decir que  lo estaban los padres pues a veces así es, pero el sacerdote en cuestión les dijo,” quien está  muy  nervioso es Jesús, pues Él desde el sagrario estará pensando y ¿estos niños me quieren de verdad?, ¡serán  fieles al paso de los años? ¿Seguirán viniendo a verme y recibirme?


Y así nos dejó viendo a un Jesús en el sagrario que esperaba el gran día un poco nervioso y preocupado.

Otra historia la viví hace años en Toledo.

 Era el mes anterior a Corpus y ya estaba la ciudad engalanada con banderas de colores en casas oficiales y en los balcones desde los más elegantes a los más  humildes. Llamaba la atención,  pues aun faltaban varias semanas para la fiesta.

Fui a ver una  exposición y  pude conversar, con un guarda de seguridad, acerca de la fiesta y de la ciudad. Me dijo, ¿sabe usted lo que es importante? Me callé para oír su teoría. Y  me dijo, “ni la custodia tan bonita, ni las autoridades, ni el Sr. Obispo, ni las calles engalanadas y la multitud de flores. Lo  importante es la Hostia que va en la Custodia en donde va Jesucristo vivo y oculto”.

Otra es una historia de ciclistas. Fue lo siguiente. Estábamos ya con la procesión pasando de  una parte de la calle a la otra  y con el tráfico parado, y llega un grupo de unos 5 ciclistas jóvenes. Eran de unos 16-18 años.

 Pues ellos,  al ver la procesión  y al Santísimo  bajo palio,  se arrimaron a un lado, pusieron las bicis junto a un árbol y todos se arrodillaron mientras pasaba el grupo del Santísimo.

 Fue un bonito ejemplo de fe en gente joven. Les  dio el sacerdote una especial bendición aunque ellos no se enteraron, pero lo verán en el Cielo.

Hay otros muchos detalles e historias que son historias de enamorados,  como el llevar pétalos de flores para ir echando delante del Santisimo, o las  alfombras de flores que un amigo mío dice que hay que llamarlas caminos de flores, o alfombras de sal teñida de colores, o la costumbre en algunos sitios de dar a los niños de Primera Comunión una flor para dársela a su madre en el momento de la paz etc.

viernes, 21 de junio de 2019

Visita a Sacerdotes.

Iglesia de Arzúa


La mañana lluviosa y gris del miércoles pasado no canceló nuestros planes de visitar a un sacerdote haitiano que vive en Arzúa, Don Rigal , ex alumno del Seminario Bidasoa, en el cual me encuentro.

Hemos emprendido el viaje desde Santiago. Arzúa está a 37 km. La lluvia invita a tener un especial cuidado al transportarse por la carretera, por lo que decidimos no sólo ir con cuidado sino acompañados de Santa María, íbamos rezando el rosario. 

Al llegar iniciamos la búsqueda de la residencia de Don Rigal, y luego de haber preguntado a varias personas, el dueño de un negocio nos dio una primera pista.

Nos dirigimos al edificio señalado, mas no sabíamos en que piso vivía. Tras haber intentado con varios timbres, una señora que venía saliendo del edificio nos condujo hasta la puerta de la residencia de este sacerdote amigo . Lamentablemente no se encontraba en casa, así que nos retiramos después de dejarle una nota en la puerta.

Al salir del edificio Don Víctor nos llevó a la Iglesia de Santiago de Arzúa, un pequeño y hermoso templo. Los peregrinos camino a Santiago pasan también por esta parroquia para recibir un sello en su credencial de peregrino. Junto a la iglesia hay una plaza y en ella un bar, en el cual tomamos un agradable café con leche.

Nos encontrábamos de regreso hacia Santiago cuando Don Víctor recordó que pasábamos cerca de la casa de un amigo sacerdote. Don Bernardino vive con su familia, quienes le cuidan y atienden por su avanzada edad, tiene 93 años. Nos recibió sentado en el sofá, nos dio algunos consejos y la bendición antes de salir. 

  La visita nos vino muy bien, motiva mucho ver ejemplos de fidelidad y entrega a Dios.

 En alguna ocasión el Papa Francisco dijo a los sacerdotes jóvenes: “Los jóvenes necesitan raíces hoy que este mundo tan virtual arranca sus raíces o no los hace crecer. Y los sacerdotes ancianos pueden ayudarles a encontrarlas”. Luego de tan grato encuentro volvimos a Santiago.

En el rostro de Don Bernardino, y de todos los sacerdotes ancianos con los que he tenido oportunidad de compartir estos días, he hallado siempre un rostro alegre, propio de quienes se han entregado completamente a la causa del Evangelio y no se han visto derfaudados, porque han elegido la mejor parte.
Luigi Gutiérrez Oporto
Seminarista de la Prelatura de Chuquibamba - Perú








martes, 18 de junio de 2019

Una experiencia hacia el Fin del Mundo - Finisterre


Sem. Julio Morillo

Hola, soy Julio César Morillo Leal, seminarista de la Diócesis de Cabimas – Venezuela y he sido enviado por mi Obispo a cursar los estudios de Teología en la Universidad de Navarra en Pamplona. 

Actualmente resido en el Seminario Internacional Bidasoa y durante este mes de junio me encuentro por aquí en la Pquia. San Cayetano junto a Luiggi Daniel Gutiérrez, seminarista de la Prelatura de Chuquibamba de Perú, ayudando a Don Victor Sánchez  y colaborando un poco con la pastoral de esta comunidad parroquial.

El pasado domingo 16 de junio, luego de la celebración de la Santísima Trinidad, Don Victor nos quiso hacer una pequeña excusión a algún lugar de nuestro interés, y entre tres opciones que nos dio, decidimos ir a Finisterre. 
Salimos desde Santiago de Compostela y durante el trayecto nos detuvimos un poco en la Pquia. San Marcos de Corcubión, recorrimos un poco el pueblo y escuchamos algunas historias de Don Victor de ese tiempo en el cuál había residido en aquel lugar.

Seguimos el recorrido por la costa y observamos gran cantidad de turistas disfrutando de las hermosas playas que ofrecen un descanso seguro en sus orillas, familias disfrutando y aprovechando de un día bastante soleado para broncearse un poco.

Al subir hasta Finisterre se observa una caminería y en ella nos encontramos a varios peregrinos que una vez habiendo visitado al apóstol Santiago, deciden subir hasta allí para observar uno de los más hermosos atardeceres.
Sem. Luiggi Gutiérrez

Cabe destacar que Finisterre, cuyo nombre deriva del latín finis terrae, que significa el fin de la tierra, está envuelto en particulares históricas de las cuales cabe mencionar que este lugar fue considerado en la antigüedad como el fin del mundo por griegos y romanos, y de esta manera surgieron algunas leyendas según las cueles se creía que más allá de su horizonte se encontraba un aterrador abismo que estaba habitado por innumerables monstruos que esperaban ansiosos la caída de los navegantes.

Al llegar al faro y ver la inmensidad del Océano Atlántico sentí la necesidad de elevar una acción de gracias a Dios por llevarme hasta allí y sentir su presencia en la imponente naturaleza que observaba a mi alrededor, al tiempo que precisé estar en el punto más cercano de mi amado país Venezuela, desde que había llegado a tierras españolas el año pasado.
Agradecí a Dios también por cada una de las experiencias vividas hasta ahora en mi formación sacerdotal y en todos los lugares que me ha permitido visitar, además de encomendar en mi oración a tantas personas que oran por mí, a mi familia y a mis hermanos seminaristas que han decidido donar sus vidas y atender el llamado que un día sintieron por parte Dios y que hoy día siguen respondiendo generosamente.

Después de algunos minutos de meditación, oración, compartir experiencias con algunos peregrinos que llegaban al cabo y un recorrido general por todo el Cabo de Finisterre, regresamos a casa, encomendando ese día y cada una de nuestras intenciones a la Virgen, a través del rezo del Santo Rosario. 

Julio César Morillo Leal
Seminarista de la Diócesis de Cabimas – Venezuela.