martes, 28 de abril de 2015

D. Angel Riesco y la Familia



Hola a todos!!
Soy Josefina, Misionera Apostólica de la Caridad y como vuestro párroco D. Victor sabe de nuestro Fundador D. Ángel Riesco Carbajo, me pide que os cuente algo sobre D. Ángel y la familia.

Yo no conocí a D. Ángel personalmente, pero sí he leído y escuchado muchos testimonios de primera mano (conocí a sus hermanas y sobrinos); esto es lo que os puedo compartir...

D. Ángel nació en 1902, en una familia de labradores cristianos de un pueblo de Zamora, Bercianos de Vidriales. A los pocos días fue bautizado y años más tarde,  la familia emigró a Argentina,y allí, sus padres se ocuparon de que  cuanto  antes el niño hiciera su Primera comunión. Familia, por lo tanto, cristiana, sencilla y pobre.

Pasaron cuatro años en Argentina regresan para atender a la abuela materna que se había quedado sola con una niña a su cargo. La nueva familia quedó formada por los padres con los tres hijos, mas la abuela materna y la sobrina.

Cuando el niño Ángel llegue a Coadjutor de La Bañeza, se llevará a todos a vivir con él a aquella ciudad. El haber vivido la sencillez y la unidad, la preocupación de sus padres por la abuela y la sobrina,, la ayuda mutua entre toda la familia  le llevó a  vivirlo en toda su vida.
D. Ángel era un hombre casero que gozaba con el cariño de los suyos, con los detalles pequeños, el comer juntos, el rezar juntos, cantar juntos...

No se si se os hará un poco largo pero este testimonio de su sobrina Olga, creo que refleja muy bien, lo que D. Ángel era para su familia.
" Toda la familia, incluso la persona que teníamos en casa para ayudarnos, acudíamos a la Misa que celebraba en la capilla de casa. Juntos hacíamos el desayuno, mesa amplia y ambiente alegre y distendido. Juntos rezábamos el Rosario por la tarde y juntos hacíamos las restantes comidas del día. Cuando digo juntos, me refiero a él, mi madre,  a la persona que nos ayudaba y a cuatro sobrinos, porque si algo no le faltó fue espíritu familiar y cariño para recoger a todos los sobrinos que tuvo.... Todos cabíamos a su lado y ninguno le estorbábamos nunca, aunque me imagino que, dada nuestra edad, más de un disgustillo le proporcionaríamos; no lo sé, pues nunca lo manifestó.

Cada cual, en esta comunidad tan heterogénea, aportó lo que pudo y supo, y todo lo hacíamos por el cariño que él nos tenía intentando no disgustarle. Si había que reprender, lo hacía pero, yo soy testigo de que era con muchísima paciencia y de una manera tremendamente natural y comedida. Esto hacía nacer una corriente de respeto y cariño, confianza y admiración hacia él.
 
La Bañeza
Amaba muchísimo a su familia. Le daba una importancia tremenda y luchaba porque en ella reinase armonía, paz y alegría. A través de esta convivencia descubrí: su amor por los enfermos, los ancianos, su delicadeza en el hablar, su pulcritud y limpieza, la importancia que daba a los detalles.

Su manera de hablar era siempre respetuosa y delicada. Nuestros temas de conversación eran variados. Pero, ¡oh! que no rozasen jamás la murmuración. Cuando alguien en la mesa iniciaba una conversación que trataba de alguien la cortaba de inmediato.

 Ante cualquier queja nos decía en seguida: "No se queja uno de nada ni de nadie, ni por dentro ni por fuera, ni siquiera de uno mismo".

Los domingos, como día del Señor y para resaltarlo, nuestra mesa había de aparecer con sus mejores manteles, la resplandeciente vajilla... comida especial, y todos los comensales a tono con la celebración.

Estando mi madre enferma (...) él  planteó la organización de la casa:  todos me ayudarían a recoger la cocina, secar los cacharros, etc... El primer turno empezaba por él.

Su casa y su mesa siempre estuvieron abiertas a todos, tanto amigos como menos amigos, incluso para aquellos que sabíamos le habían molestado.
Contrasta tremendamente oír decir lo mucho que sufrió con la alegría y optimismo que desplegaba en casa".  

Espero que os sirva este pequeño testimonio,. si alguno queréis conocer más sobre D. Ángel, hay una biografía publicada " Don Ángel sencilla historia de un Obispo sencillo". El la Web misioneras apostolicas de la caridad podréis encontrar toda la información.
Comenzamos el mes de Mayo dedicado a la Virgen y celebrando el día Uno a S. José Obrero.¡ Que Jesús, María y José nos ayuden a vivir en familia todas las virtudes de esta Sagrada Familia!
Josefina

sábado, 25 de abril de 2015

La lechera de Mallou

tomado de internet



La Sra Consuelo  tenía como oficio llevar la leche de sus vacas por la ciudad de Santiago . Tenía sus clientes y se la veía todos los días por la parroquia llevando sus cántaros de leche, ya no en la cabeza sino en un carrito.

 Ella vivía en Mallou una zona rural  en las cercanías de la ciudad. Muchos  le llamaban la lechera de Mallou.
Era muy complaciente y venía a la Misa a la parroquia. Falleció hace un año y hoy le hicimos el aniversario. La iglesia se llenó de gente que casi no cabía y estaban sin prisa y creo que rezando. Yo le pedí , hoy mismo,  un favor  pequeño y me lo ha hecho.
Estaba muy orgullosa de que uno de sus mejores clientes era el Sr. Arzobispo y cuando vino el Papa Juan Pablo II le hicieron un postre y uno de los ingredientes era la leche que llevaba la Srª Consuelo. Tal vez un arroz con leche o un flan,. No lo sé.

 Luego la Srª Consuelo  se enteró que le había gustado mucho y no cabía en sí de gozo.
No  todo el mundo lo sabía pero hoy lo conté en su aniversario,  aprovechando la homilía. Y añadí que si servir a un grande de la tierra da tanto gozo, que será servir a Dios mismo. Y a Dios le servimos cuando cuidamos un detalle por Él y ahí se da un encuentro de amor. Tenemos fácil estar muy gozosos sirviendo al que sí es grande y que además nos dará el ciento por uno.

jueves, 23 de abril de 2015

Claves que te ayudarán a educar a tus hijos frente a la adversidad




laura peraita.  Tomado de ABC
Así evitarás que se conviertan en adultos infelices e insatisfechos
El pasado fin de semana se celebró en Castellón el 37 Congreso de Fepace (Federación de Asociaciones de Padres de Alumnos de Fomento de Centros de Enseñanza) donde se destacó que las familias «no educan a sus hijos frente a la adversidad». Una de las principales razones es que los padres prefieren darle todo a sus hijos para que tengan bienestar y una vida cómoda, antes de inculcarles el esfuerzo y hacerles «sufrir» para conseguir un objetivo, puesto que, de hacerlo, los progenitores piensan que sus pequeños dejarán de quererles.
«Nada más lejos de la realidad —asegura Fernando Sarráis, doctor en Medicina por la Universidad de Navarra, especialista en Psiquiatría y ponente en las jornadas de Fepace—. Todo lo que vale, cuesta. Conseguir aquello que conlleva un esfuerzo supone una gran satisfacción personal (estudiar y obtener un máster; entrenar y lograr una medalla...). Si no enseñamos a los niños a esforzarse en la infancia, de mayores serán adultos insatisfechos e inseguros porque tendrán miedo de enfrentarse a cualquier situación que les suponga el más mínimo esfuerzo».
Claves a seguir
En esta línea, Fernando Sarráis explica que hay una serie de pautas para educar mejor a los hijos:
—«El que algo quiere algo le cuesta». La buena educación ha de costar a formador y formado. No se debe tener miedo a hacer sufrir al educar, pues el cariño impide que se convierta en un trauma psicológico.
—El mejor educador es el ejemplo. Se debe realizar la acción que se pretende que aprendan los hijos delante de ellos. No es suficiente un exceso de repetición oral para que lo asimilen.
—Enseñar en libertad. En la educación de una personalidad madura es esencial enseñar a ser libre, con la responsabilidad que supone recibir un premio o castigo como consecuencia de la propia conducta libre.
—Aprender a poner buena cara al mal tiempo. Uno de los capítulos más difíciles de aprender del libro de la vida es "sufrir con alegría". Sin este aprendizaje las personas suelen vivir, comportarse y pensar para "evitar" el miedo a cualquier sufrimiento. Esto impide que las personas aspiren a grandes objetivos en la vida.
—Voluntad y constancia. Es necesario plantear modelos atractivos de modos de ser, pues si una persona quiere ser de una manera, tendrá la fuerza y constancia para poner los medios necesarios para lograrlo: querer es poder.
—«O vives como piensas o acabas pensando como vives». La conducta tiene una fuerza educativa o transformadora muy poderosa. Una manera de lograrlo es que el educador y el educando lo hagan juntos.
—Educar más con la cabeza que con el corazón. Enseñar es una tarea más de la razón que de la afectividad.
—La unión hace la fuerza. El padre y la madre deben llegar a un acuerdo a la hora de educar, establecer límites y no desautorizarse entre sí, sino comunicarse para evitar las diferencias educativas en los temas capitales.
—No tirar la toalla cuando parece que no se consiguen los objetivos educativos deseados, ya aparecerán más adelante. No hay que cansarse de dar buen ejemplo.
—Exigir con amor. Los hijos no se trauman tanto por la excesiva exigencia si se sienten queridos.

miércoles, 22 de abril de 2015

Una caída con suerte




Ayer tuve una caída en la acera. Fue tropezar y caer de un modo  instantáneo. Enseguida llegó un joven que me conocía y me levantó y dos señoras se acercaron a limpiarme la sangre. Pronto llamaron a la ambulancia que  me condujo al hospital en donde fui muy bien atendido.
No fue mucho y según alguien que me llamó por teléfono fue una caricia de Dios.  Cuando ocurre esto,  además de sufrir con Cristo y completar su pasión salvadora,  uno se acuerda más de Dios y se consuela con Él.
tomado de internet.
Aprendí de esta circunstancia que  hay un  buen resto de solidaridad en la gente. Comentándolo con un vecino me dijo lo mismo. Al menos en esta ciudad de Santiago si caes, te levantan, y te ayudan. Es de agradecer.
Me dieron dos días de descanso, sin leer, sin ver la Televisión y sin oír la radio. No lo cumplí a rajatabla pero sí bastante. Con este motivo me enteré de otros muchos que también habían caído y con diverso pronóstico. Hay que andar con cuidado desde luego y ver en donde pisas.
Esto, trasladado a la vida espiritual,  también tiene su moraleja. Si alguien cae en la vida espiritual, hay que ayudarle, es lo normal. Y  a veces no basta con que sea uno el que se le acerca a echarle una mano,  quizá vengan bien dos o más. No debemos dejar a alguien tirado pensando que ya se las arreglará. Cuando uno está caído le faltan fuerzas.
 Y luego también hay que pensar que  se puede pecar cuando menos lo pensamos y ofender a Dios, por eso hay que tomar medidas parecidas para aquel que  no quiere caer. Ver por donde va, estar atento a los peligros y no correr riesgos innecesarios.