viernes, 15 de julio de 2022

7 de agosto, S. Cayetano

 



De este gran santo tenemos en la parroquia dos imágenes, uno con los brazos abiertos y de  sotana y roquete, que está nada más entrar como recibiendo a la gente que llega a la iglesia, y otra imagen está en el retablo lateral de la derecha junto con Santo Domingo, S. Bartolomé  y S. (beato)

Pedro Telmo

Tenemos , desde hace años, una reliquia con su auténtica que se da a venerar determinados días y desde luego en su novena y que está siempre expuesta .

A S. Cayetano se  le encomienda el pan y el trabajo y es muy conocida su devoción en Buenos Aires  en una iglesia en las afueras,  a donde iba a confesar algunas  veces el que luego fue el PAPA Francisco.

S. Cayetano nació en Vicenza hacia el 1480. Se doctoró enderecho civil y Canónico en Padua en 1504 y luego se fue a Roma. Allí  pensó mucho en la reforma que proponía el concilio de Trento en especial en la que se refiere a la santidad de los sacerdotes. Murió en Nápoles en el año 1547.

Se  hicieron famosas algunas de sus frases, como Cristo espera y nadie se mueve, o Jesús está crucificado en nuestro prójimo. Luego en Roma piensa: Si Dios me concede la gracia de poner ante los ojos del clero una familia de clérigos religiosos, espero que su inocencia de vida, su pobreza, su modestia su santidad, harán el vicio odioso y moverán a los demás a la práctica de la virtud.

Su lema era: buscad primero el Reino de Dios y todo lo demás se os dará por añadidura.

A los 33 años fue ordenado sacerdote. El respeto que tenía por la Santa Misa era tan grande, que entre su ordenación sacerdotal y su primera misa pasaron tres meses, tiempo que dedicó a prepararse lo mejor posible a la santa celebración.

San Cayetano le escribía a un amigo: "Me siento sano del cuerpo pero enfermo del alma, al ver cómo Cristo espera la conversión de todos, y son tan poquitos los que se mueven a convertirse". Y este era el más grande anhelo de su vida: que las gentes empezaran a llevar una vida más de acuerdo con el santo Evangelio.

En Nápoles un señor rico quiere regalarle unas fincas para que viva de la renta, junto con sus compañeros, diciéndole que allí la gente no es tan generosa como en otras ciudades. El santo rechaza la oferta y le dice: "Dios es el mismo aquí y en todas partes, y El nunca nos ha desamparado, si siquiera por un minuto".

Fundó asociaciones llamadas "Montes de piedad" (Montepíos) que se dedicaban a prestar dinero a gentes muy pobres con bajísimos intereses.

Un día en su casa de religioso no había nada para comer porque todos habían repartido sus bienes entre los pobres. San Cayetano se fue al altar y dando unos golpecitos en la puerta del Sagrario donde estaban las Santas Hostias, le dijo con toda confianza: "Jesús amado, te recuerdo que no tenemos hoy nada para comer". Al poco rato llegaron unas mulas trayendo muy buena cantidad de provisiones, y los arrieros no quisieron decir de dónde las enviaban.

En su última enfermedad el médico aconsejó que lo acostaran sobre un colchón de lana y el santo exclamó: "Mi Salvador murió sobre una tosca cruz. Por favor permítame a mí que soy un pobre pecador, morir sobre unas tablas". Y así murió el 7 de agosto del año 1547, en Nápoles, a la edad de 67 años, desgastado de tanto trabajar por conseguir la santificación de las almas.

 

En seguida empezaron a conseguirse milagros por su intercesión y el Sumo Pontífice lo declaró santo en 1671.

 

 

 

 

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