lunes, 27 de marzo de 2023

La experiencia de 24 horas de adoración



Siguiendo el consejo del Papa Francisco y de nuestro Sr. Arzobispo, organizamos las 24 horas de adoración en la parroquia, con un poco de expectativa e incertidumbre.

Se avisó de distintas maneras mandando correos, en las misas y hablando con  amigos y conocidos. Contactamos con varios grupos de fieles  que tienen que ver con la parroquia: Adoración nocturna, Marías de los sagrarios y catecumenales. Todos estos grupos tenían asignada una hora  y respondieron bien , en cantidad y en calidad según el espíritu de cada asociación o carisma.

Las peores horas fueron  desde las 12 hasta las 6 de la mañana. Con  todo,  el Señor no se quedó solo. Como la puerta estaba  abierta de par en par, algunos que pasaban  decidieron entrar y rezar un poco

A las 6 de la mañana empezaron  a llegar varias personas que pasaron horas adorando. Algunos incluso repitieron. Vinieron más mujeres que hombres y  en cuanto a edades hubo de todo, menos niños.

El Señor estaba expuesto en la custodia  con mucha luz y con cuatro candeleros de plata.

El sacerdote  casi siempre en el confesonario y algunos ratos haciendo también oración. Se confesó bastante gente aprovechando la oportunidad y seguro que enviados por el Señor.

Cuando se miraba la custodia se tenía la sensación de que el Señor sonreía a los que entraban, los miraba  detenidamente y les agradecía la visita de  un buen grupo de buenos amigos.

Como comentó el Sr. Arzobispo, aunque no vaya mucha gente a adorar, es una llamada a favor de la presencia Real de Jesús en la Hostia Santa.


Varias personas nos trajeron un termo con café caliente incluso pastas y un bocadillo para que no muriéramos de hambre.

La adoración empezó con la Misa y terminó al día siguiente con la bendición y la misa parroquial.

Creemos que vale la pena hacer este esfuerzo pues el Señor está solo y no quiere estar solo, y para mucha gente es una llamada acerca  de la adoración a Jesús verdaderamente presente en la Ss. Eucaristía. Como dice Santo Tomás en un himno: te adoro con devoción DIOS ESCONDIDO.

 

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