miércoles, 22 de noviembre de 2023

Te adoro con devoción Dios escondido

 



Se nota, en el entorno,   que preocupa la falta de adoración,  a Dios y a la Eucaristía, en las comunidades,  con el consiguiente amortiguamiento de la fe e incluso   el  abandono de toda práctica religiosa.

El titulo de este comentario  es el comienzo de un himno de Santo Tomás que es todo él una personal adoración a  la Eucaristía. Lo suelo rezar los jueves y últimamente me llamó la atención estas palabras “no veo sus llagas como las vio Tomás, pero confieso que eres mi Dios”. Dice el himno que no vemos sus llagas, por tanto es que hay llagas pues ahí está Jesús resucitado que conserva las llagas y  las mostró en su momento.

Tiene relación con esto,  otras noticias como por ejemplo que en los Estados Unidos un obispo mandó que en la misa la gente se arrodillara después del Cordero de Dios hasta que se levantara para la comunión. Se adivina el motivo: acercarse a la Eucaristía con la  fe de que allí está el Señor, no es un símbolo.


También he notado que en algunas misas hay gente que está arrodillada durante toda la Plegaria eucarística y se levanta al Padrenuestro, aunque la rúbrica ponga estar de pie. Parece como si sintieran  la necesidad de adoración no sólo internamente sino también con nuestro cuerpo.

El Papa ha hablado largo sobre la adoración y da una definición que entienden todos: “ADORAR SIGNIFICA RECONOCER EN LA FE QUE SÓLO Dios es Señor…él es el sentido de la vida”.

Pide el Papa que la adoración sea central para nosotros. Que la Iglesia sea adoradora, que se adore al Señor en cada diócesis, en cada parroquia, en cada comunidad…sólo así la Palabra de Dios habitará en nuestra palabra (Homilía en la clausura del Sínodo).


 

 

Himno de Santo Tomás de Aquino

Te adoro con devoción, Dios escondido, oculto verdaderamente bajo estas apariencias. A Ti se somete mi corazón por completo, y se rinde totalmente al contemplarte.

Al juzgar de Ti, se equivocan la vista, el tacto, el gusto; pero basta el oído para creer con firmeza; creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios: nada es más verdadero que esta Palabra de verdad.

En la Cruz se escondía sólo la Divinidad, pero aquí se esconde también la Humanidad; sin embargo, creo y confieso ambas cosas, y pido lo que pidió aquel ladrón arrepentido.

No veo las llagas como las vió Tomás pero confieso que eres mi Dios: haz que yo crea más y más en Ti, que en Ti espere y que te ame.

¡Memorial de la muerte del Señor! Pan vivo que das vida al hombre: concede a mi alma que de Ti viva y que siempre saboree tu dulzura.

Señor Jesús, Pelícano bueno, límpiame a mí, inmundo, con tu Sangre, de la que una sola gota puede liberar de todos los crímenes al mundo entero.

Jesús, a quien ahora veo oculto, te ruego, que se cumpla lo que tanto ansío: que al mirar tu rostro cara a cara, sea yo feliz viendo tu gloria.

Amén.


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario