lunes, 19 de diciembre de 2022

Viendo belenes (II)

 


El belén de S. Juan lo he calificado, ya de años pasados, como  el belén más largo de Europa. Hasta el momento nadie me ha desmentido.

Si lo vemos con calma podemos descubrir varios mensajes. El primero que el camino hacía Belén está  señalizado con dos  filas de bombillas. Unas  son fijas y otras  encienden un momento y se apagan para luego volver a encender.

Quizá ahí está el simbolismo: las que enciende y apagan son como las gracias actuales que vienen y desaparecen, pero nos iluminan y ayudan a seguir.

Las luces fijas que llevan a Belén pueden simbolizar la Palabra de Dios y la ayuda de la Santa Iglesia,  que siempre están ahí.

El recorrido está lleno de belleza; empieza por un labradío con los aperos de la labranza reconocidos bien en Galicia y con tierra cultivada. Luego siguen diversas escenas, pequeños pueblos, una ciudad en lo alto de una montaña como solía suceder para defenderse, unas cascadas y más pueblos o también oficios manuales.

Es un camino largo pero lleva a Dios, primero con la belleza  (Dios es belleza) y luego porque si perseveramos hasta  el fin, encontraremos a la Sagrada Familia en Belén.

Belén  es luz, aparece muy iluminada, un derroche de luz. Allí todo grita el amor  que Dios nos tiene y la gran tarea de la salvación de la humanidad.

Por otro camino viene los Reyes Magos a adorarle,  pasando por el palacio de Herodes , un gran castillo sobre rocas, y viendo luego de nuevo la estrella sobre el pesebre. Los caminos para llegar a Dios pueden ser muy variados y esa también es una enseñanza.

 

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