domingo, 15 de mayo de 2016

Cien años de Misericordia




Cuando estuve en Fátima, hace pocos días, me llamó la atención que no  hubiese nada relacionado con el Año de la Misericordia. Ni una frase, ni exposición, ni alusiones. Nada.

Luego pensando bien en este hecho, me di cuenta que en Fátima lo que hay es cien años de Misericordia. El día 13 de Mayo fueron los 99 años  y para 2017 serán los cien años que con justicia se pueden llamar de Misericordia.

La Misericordia comenzó con la cercanía de la Virgen que se hace visible y actúa con un mensaje coincidente con el Evangelio que  es el remedio para el posible colapso de la humanidad.
Sigue siendo válida tanto las primeras palabras de la Ssª Virgen como la pregunta de Lúcia:
-          No tengáis miedo. Yo no os hago mal.
-          Y la respuesta de Lúcia: de donde es Vuestra Merced y que quiere de mí.
Esas palabras se siguen aplicando a todos nosotros y es bueno que le preguntemos a la Virgen: Qué quieres de mí.

Todas las apariciones fueron momentos de intensa misericordia y todas tuvieron su propio mensaje que se resume en tres palabras: oración, penitencia y conversión.

Hay tres  lugares de especial misericordia: la Capeliña, la Laus Peremnis y la capilla de confesiones. Los que han ido a Fátima,  saben que es así.

Pero pueden considerarse momentos de misericordia otros como por ejemplo: el florecimiento mariano en todo el mundo, la transformación moral de Portugal. Las curaciones constatadas por la oficina  para estos casos . Unas 800 curaciones, hace algunos  años. Y los viajes de la Virgen peregrina que recorre todo el mundo.

Merece destacarse la declaración de dignas de fe  de las apariciones, por parte del Obispo de Leiría el 13 de mayo de 1930. Con tal motivo la devoción a María  se desborda por todo el mundo.
El  31-10- 1942 Pio XII, por radio, consagra el mundo al Inmaculado corazón de María, haciendo mención velada de Rusia, según pedido de Nuestra Señora.

El 13-5-1967, Pablo VI viaja a Fátima en el cincuentenario de la primera aparición para pedir por la paz del mundo y la unidad de la Iglesia.


Juan Pablo II tuvo varias intervenciones. Viaja a Fátima en agradecimiento por salvarle  del atentado,  hace al menos dos consagraciones y  viaja de nuevo a Fátima con motivo de  la beatificación de los videntes Francisco y Jacinta.


Esto desde el punto de vista externo, pero quedan los toques al corazón que llevan a la conversión de tantos alejados y que sólo Dios sabe. Lo mismo se puede decir de  decisiones de seguir una determinada vocación que se consolida  allí,  en Fátima.



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