lunes, 6 de noviembre de 2017

Isabel Casquero Fernández, una vida ejemplar de una Misionera Apostólica de la Caridad




Felicito a las Misioneras apostólicas de la Caridad por la publicación de varios testimonios  sobre Isabel,  que falleció el 24 de agosto de este año 2017. Espero que pronto alguien escriba una buena  biografía contándonos su vida y trayectoria espiritual.



Su  vida ejemplar puede ser un estímulo para muchos cristianos dormidos que pasan la vida dedicados a su ego y no miran a su alrededor.

Conocí a Isabel hace varios años en Ciudad Misioneras de la Bañeza. Venía  yo desde Madrid para Santiago con otro sacerdote, y quise pasar por esa  residencia para celebrar la Santa Misa. 

Nos acogieron como hermanos y nos facilitaron enseguida la celebración de la Santa Misa. Luego nos dieron un buen desayuno, desde luego bien caliente. Se dio cuenta Isabel que teníamos prisa por marchar pero aquel café caliente nos lo impedía y lo solucionó muy bien,  pues cambió de recipiente y ya estaba para tomar.



Recuerdo  que nos dijo que aquella casa quería ser una casa de acogida, como una casa de una familia amiga,  a donde se pudiera ir por cualquier necesidad o urgencia.

Vino varias veces a Santiago y también  pasó por S. Cayetano a saludarme en la parroquia. Se lo agradezco.

No sólo la Misioneras publicaron  un In  memoriam, sino también el Testamento espiritual de Isabel, que fue leído,  con gran emoción para todos,  el día de su entierro, después de la Misa.

En este testamento espiritual da gracias a su familia, a su bautismo que la hizo hija de Dios, a la vida cristiana de su familia y a muchas más personas en especial a Mons. Ángel  Riesco,  que le despertó un gran deseo de  seguir a Cristo. 

Reconoce que  fue una gracia los diez años que vivió cerca del Padre fundador que fue para ella padre y madre y director de su alma.

Habla de  sus rebeldías y falta de respuesta al amor de Dios. Considera una gracia que le confiaran la dirección del Instituto durante varios años. Luego dice “espero que la enfermedad me haya servido para purificarme del bien que no hice y de lo que siendo bueno lo hice mal. A pesar de ello fue una etapa de innumerables gracias”. …la enfermedad, dice,  fue un regalo del amor del Señor.

Reafirma  como vivió la alegría y como el Señor le concedió la gracia de invocar al Espíritu Santo y vivir bajo su guía. También  fue una gracia el incorporar a María a su vida de una forma mucho más total. Creo que ha sido una fuente  de gracias.

Termina diciendo que pide la ayuda de la oración.
Sus últimas palabras: En El espero descansar.

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