jueves, 24 de octubre de 2019

D. Donato Dosil Lago, SACERDOTE.



D. Donato falleció el día 22 de octubre de 2019 en el hospital clínico y será enterrado en Iria el día 24.  El funeral ,  en Fontiñas.

Había nacido en Lira el año 1928 y recibió la ordenación sacerdotal el  6 de junio de 1954. Celebró su primera Misa en Santa María de Iria.

Su penúltima Misa fue el domingo día  20,  que presidió  y en la que, como siempre, tuvo su predicación que generalmente la escribía y leía. Al día siguiente concelebró, con los demás sacerdotes,   de la Casa Sacerdotal en donde residía y  después de un día más,  fallece.

La verdad es que era muy eucarístico, la Eucaristía era su centro.  Preparaba la S. Misa con mimo y la celebraba con devoción y  siempre ajustado a las normas litúrgicas. Cuando presidía,  después de encender las luces, miraba los libros, los acariciaba, colocaba a su manera  las vinajeras y se sentaba cerca del altar para celebrar en su momento.

Nada más salir del Seminario estuvo en la Curia y atendió el colegio de las Huérfanas;  luego fue recibiendo encargos apostólicos en la Diócesis relacionados con la Acción católica, Cursillos de Cristiandad etc.

 Promovió la unión de todas las asociaciones de la Ciudad,  en diversos encuentros formativos  que tuvieron durante meses. También estuvo de director de la Casa Sacerdotal del Preguntoiro y en ésta de ahora, de la Calle Valle Inclán, fue capellán.

Tenía una buena fama de poeta,  pues había leído muchos libros de poesía y sabía largas   poesías de memoria. Aun hace pocos días le recitó, a uno de la Casa sacerdotal, la poesía, larga, de Rubén Darío,  la Marcha triunfal: ¡Ya viene el cortejo! Ya se oyen los claros clarines…

Por ello fue un gran predicador,  muy acogido y escuchado, por contenido y por la   forma. Le invitaron a predicar a muchos sitios tanto a parroquias como a religiosas. Dicen que daba muchas  vueltas a los textos del Evangelio, sacándole mucho partido y aplicaciones prácticas. Sus palabras llegaban a dentro y  dejaban tocada a la gente, pero no sólo en las predicaciones, incluso  ocurría en sus conversaciones ordinarias.

Ayudó durante años al párroco de Fontiñas en esa parroquia y en ella va a recibir el último adiós.

Todo esto  le hizo muy popular, muy conocido especialmente en Santiago y muy querido de todos.

 Quedará de  D. Donato,  en  la memoria  de los sacerdotes y de muchos laicos,  el celo apostólico que le caracterizó siempre.

Que descanse en paz.


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