miércoles, 1 de septiembre de 2021

Alegría del encuentro con Dios

 



Fui a visitar a un sacerdote mayor a quien trato de ver cada dos o tres meses. No importa el lugar ni el día en que fui. 

Esta vez fui llevándole la Comunión, pues el no puede celebrar la Misa y tampoco le llevan la Comunión.

Me acerqué a su casa y tuve que esperar un rato para que llegara la familia que le cuida, pues él no abre la puerta. Esperé rezando el Rosario a María y encomendándome a los santos ángeles.

Cuando llegaron, subí a su habitación y, como siempre, me recibió con alegría. Luego le anuncié que le tenía preparado dos regalos,  el primero era la Comunión. Después  de hablar un ratito le dí la Comunión. Dimos gracias juntos y, al terminar le ofrecí el segundo regalo, la Unción de enfermos  que aceptó inmediatamente.

Como lo vi cansado hice una celebración breve y le di la bendición papal que se hace en estos casos y que tiene indulgencia plenaria

Luego rezamos juntos el magníficat en castellano , la gran oración de alabanza y de acción de gracias que hizo también la Virgen, y que rezamos todos los días en el oficio de vísperas.

En ese momento resultó muy significativa: Engrandece mi alma al Señor, se alegra mi espiritu en Dios mi salvador...

Ya,  cuando me despedía,  me dijo algo así como que quedaba contento, aliviado y agradecido. Salí de allí con gran gozo y dando gracias yo también,  al tiempo que conducía el coche hacia  mi residencia habitual.

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