Una persona conocida fue al hospital con su mujer y su hija. Son ya mayores, aunque no mucho. Al padre le miraron bien y al final el médico le dijo la verdad: tiene Vd. un cancer, con estas características. Y el médico se explayó en describir lo que tenía y sus posibles soluciones
Cuando quedaron solos a la espera de un tratamiento, la hija se armó de valor y le dijo al padre: Papá te quedan dos caminos, uno que es maldecir a los médicos, a las enfermeras, la enfermedad ...y también a nosotras, o bendecir a Dios y pedirle fuerzas para llevar bien esta prueba en la que todos te ayudaremos.
El padre se quedó pensativo, como es natural, pero empezó a considerar lo mucha razón que tenía su hija y la importancia de aprovechar para bien el curso de su enfermedad.
Cuando algo así nos ocurre podemos elegir uno de esos caminos, uno es de tristeza, angustia y amargura y otro es ponerse en manos de Dios y saber que si amamos a Dios todo es para bien.