En una ocasión hablando con una señora le pregunté cual era su casa, y me la señaló diciendo:"es de Dios y también mia".
Si bien lo miramos, nada es de verdad nuestro pues, un día, lo dejaremos y luego ¿de quien será?. La realidad es que efectivamnete todo es de Dios de El lo hemos recibido y de lo que nos ha dado tendremos que darle cuenta.
Si esta espresión la aplicamos a más cosas tendremos un buen resultado para estar desprendidos y vivir más pendientes de Dios.