jueves, 10 de abril de 2014

Los padres, no escuchan a los hijos.


Hemos tenido la tercera sesión de Sínodo en la parroquia, podríamos decir con un lleno y con gente con experiencia. El tema era la trasmisión de la fe en la familia, la ficha 3. Luego, cuando ya habíamos terminado, todavía seguían las discusiones por la calle en círculos menores.

Primero, los presentes revivían sus años  infantiles y reflejaban lo que hacían  hace años los padres que a su modo tenían el interés de transmitir lo básico de la fe. Dios te quiere, no hay que mentir, buscar la verdad, coger la mano del niño y hacerle la señal de la cruz, rezar con él , incluso el rosario etc.… luego ya se pasó a los padres actuales y ahí ya se dispararon las opiniones.

En cuanto a la situación
Se dijeron cosas muy interesantes:
-no se puede llamar un padre cristiano a un padre que no educa como cristianos a sus hijos.
-algo se está perdiendo. En esta generación pasó algo.
-los padres jóvenes no saben qué decir
- no escuchan a sus hijos. Les  dejan estar todo el día, incluso a las horas de comer,  con las maquinitas o el teléfono o la TV, y no se habla en casa, hay una total falta de comunicación y, por tanto,  al no hablar no se forma, no se dan criterios.


-no se da la prioridad a la religión,  a la formación cristiana. Se dedica más tiempo y sacrificios, incluso dinero,  al deporte y otras actividades y Dios no está en primer lugar. Se va a la  Primera comunión como un día de fiesta pero no por Nuestro Señor (no siempre es así,  pero…).

¿Qué hacer?:
También hubo respuestas variadas.
Reunir a los padres. Darles formación, explicarles qué se puede hacer para transmitirles la fe a los hijos. Han de preocuparse de los niños, saber con quién andan, que cuenten los sucedidos del día a día.  Estar con ellos  a la última hora de la noche. Ayudarles a rezar. Siempre hay 5 minutos para Dios.  No contestar al teléfono, si suena en ese momento,dándole prioridad a los niños.
Hay que escuchar a los hijos. Tantas veces no tienen con quien hablar y van a cisternas rotas que no tienen agua.
Hay que rezar y mucho,  ya que como dice el Evangelio hay ciertos demonios que sólo se pueden vencer con la oración y el ayuno.
Los abuelos pueden hacer mucho, pero han de conseguir que sean los padres los que cumplan con esa obligación de formarles. Tener la conciencia de que primero son los padres quienes atiendan a sus hijos.






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