miércoles, 18 de febrero de 2015

Sor María Inmaculada




rezando ante el coro
Por primera vez asistía al entierro de una religiosa de clausura del convento de las madres Mercedarias.

 Concelebré con varios padres mercedarios,  D. Andrés,  capellán del convento y algunos sacerdotes,  entre los que me  encontraba. Había también familiares de Arzúa y conocidos de las religiosas.

Sor María inmaculada, nos dijo en la homilía el capellán,  llevaba 25 años de vocación en este convento de Santiago, era natural de Arzúa y pasó por diversos encargos a lo largo de este tiempo. 

Destacó por la humildad y espíritu de servicio. Lo grande de esta hermana fue que respondió a la llamada de Dios con amor y generosidad.

Al término de la Misa,  los sacerdotes entramos en clausura.

D.Andrés y D. Jaime
 La difunta estaba en el coro en  un ataúd blanco y que tenía flores blancas en su interior y unas ramas verdes, quizá simbolizando la pureza y la esperanza. La relgiosa estaba con el hábito mercedario.

 Luego fue el entierro en una cripta que está justo debajo del altar mayor. Una religiosa recogió un poco de tierra en una bandeja y se la dio al capellán que extendió encima del ataúd. Mientras se enterraba cantamos la Salve Regina.

 Que Dios la acoja y que pida  por los que quedamos.

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