sábado, 16 de enero de 2016

Recobrar la belleza




Estaba preparándome para una celebración penitencial para jóvenes. Mientras no llegaba  la hora,  pedí a una señora que estaba por allí,  que cogiera una planta recién comprada y que la colocara en un tiesto.

Buscó  por la sacristía y encontró uno. Lo miró y dijo,  voy a limpiarlo. Cuando llegó de vuelta comentó: una cosa limpia  recobra toda su belleza.

Como estábamos para  tener confesiones, me pareció una imagen adecuada de la confesión.

 Es una limpieza que hace que el alma recobre toda su belleza. Entras manchado, afeado  por el pecado y sales restaurado por la sangre de Cristo, es decir,  por el amor de Cristo que embellece.

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