sábado, 30 de enero de 2016

Una leyenda urbana




Pasé hace pocos días por Pontevea, allí hay un puente romano en muy buen estado y me acordé de una bonita leyenda urbana que oí contar.

Se trata de un puente estrecho y en cuesta por ambos lados. Se utilizó hace años para el transito normal  de  vehículos. Ahora ya hay otro al lado,  grande y moderno.


En ese puente romano,  cuando se juntaban dos coches en la cima, uno tenía que dar marcha atrás, generalmente el que llegaba más tarde y dejar pasar al otro,  pero a veces llegaban dos al mismo tiempo.

Pues en una ocasión sucedió que dos llegaron juntos a la parte más alta. Entonces los conductores se miraron y ninguno de ellos parecía estar dispuesto a  dar marcha atrás. Uno de ellos bajó la ventanilla y le dijo al otro: yo no tengo prisa, y sacó el periódico y su puso a leerlo tranquilamente. 

Cuando el otro lo vio, se dirigió a él  y dijo: oye, cundo termines de leer,  me lo pasas y también lo leo,  ya  que yo  tampoco tengo prisa.

Supongo que los dos se echaron a reír y uno daría marcha atrás para que pasara el otro.

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