sábado, 27 de febrero de 2016

Santa Cristina de Fecha y D. Baltasar Pardal




Pila bautismal
Estuve en Santa Cristina de Fecha hace pocos días. Allí nació y se bautizó el venerable Baltasar Pardal Vidal, sacerdote y fundador de la Gran de Obra de Atocha y de las Hijas de la Natividad.

Es una zona rural cerca de Santiago, verdaderamente encantadora. No se cansa uno de ver sus aldeas, sus prados y los bosques que la rodean. Se puede decir que es un lugar en donde se respira paz.

La iglesia está dedicada a Santa Cristina y hay un libro escrito por un sacerdote nativo de ese lugar,  D. Manuel Pontes García, que explica y documenta  con lujo de detalles, muchas historias de la parroquia. Se titula Santa Cristina de Fecha y  capilla de Belén. Fue publicado en 2011.

Ramo de la Virgen del Carmen
En la iglesia hay una pila bautismal,  que estuvo un tiempo fuera del templo, en el atrio, pero afortunadamente volvió a su sitio a la entrada de la iglesia, a la derecha,  en  donde se hacen los  bautizos.  En ella fue bautizado seguramente D. Baltasar y tantos otros y es  un buen recuerdo familiar  a tratar con cariño.


Ramo del Santísimo
La iglesia es del S. XVII y tiene hermosas imágenes y el así llamado popularmente “ramo”, imagen adornada con arcos de flores artificiales, que llevan todavía hoy en la procesiones de las fiestas patronales. La suelen llevar tres niñas o adolescentes,  generalmente vestidas con el traje gallego, al principio de la procesión.

Todo el atrio está cubierto de césped y hay un hermoso crucero bien situado que le da especial encanto al conjunto. Alrededor,  a cierta distancia, está el cementerio con sus nichos y los nombres y fechas de enterramiento de los cristianos allí enterrados. La mayoría en edades provectas.


En S. Cayetano conozco a una señora ya anciana,  que conoció  los primeros tiempos de D. Baltasar en Atocha.

 Ella fue a parar allí, a Atocha,  atraída por los niños pobres que eran acogidos en las escuelas.

 Habla con gran entusiasmo de D. Baltasar y recuerda como él decía que podía faltar la comida para los mayores, pero nunca para los niños.


En  este poético entorno se movió D. Baltasar en su infancia.
Desde el atrio se divisa la aldea en donde vivió D. Baltasar.






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