viernes, 5 de marzo de 2021

Somos peregrinos, hacia la Casa del Padre.

 


Las señales de que vamos bien, que somos peregrinos hacia la casa del Padre, es que seguimos la ruta que nos indican esas grandes señales, es decir los mandamientos.


 

Eso ha sido una de las cosas que nos enseñaron de niños. Los diez mandamientos. Ese interés responde quizá a aquel encuentro que narra el Evangelio, que tuvo un joven con Jesús: Maestro, que tengo que hacer para conseguir la vida eterna?. La respuesta de Jesús fue esta, Guarda los mandamientos. Es decir cumple los mandamientos, y luego le va citando algunos.

Anduve buscando por las iglesias de Santiago algo que hiciera referencia a los mandamientos y en esa pesquisa encontré muchas imágenes de la Virgen y de los santos, incluso de la Ss. Trinidad  (En Animas) y bastantes también del purgatorio, pero de los mandamientos, nada. Sólo hay un icono del juicio final en donde hay unos ángeles con  una balanza para pesar los pecados y las obras buenas, y  de frente está Moisés enseñando las tablas de  la ley, los mandamientos.

Jesucristo los perfeccionó y los resumió en dos, el amor a Dios y el amor al prójimo. Ahí está todo. Se simbolizaron en el arte con dos columnas muy juntas que hay en muchos retablos e incluso en los claustros.

En el tercer domingo de cuaresma se lee  en la primea lectura la entrega a Moisés de los diez mandamientos por parte de Dios. Nuestra santidad y salvación se mide por la fidelidad a los mandamientos. El que los cumple no es un ultraconservador, sino una persona fiel; si no los cumple es infiel.


El más importante, sin duda, es el primero, pues si hay amor a Dios todo lo demás es coser y cantar. Salen casi sin esfuerzo. ¿Qué nos pide ese primer mandamiento? Pues nos pide conocer a Dios, saber lo que Jesús nos ha enseñado y tratar a Dios en la oración. Dios inclina su oído para escuchar a sus hijos y nosotros también hemos de escucharle,   “escucha Israel”, nos dice.

Este primer mandamiento también nos pide que pongamos a Dios en el primer lugar. Dios el primero. Ya  hay un refrán que dice  “primero Dios y después los santos”

Luego merece recordarse  el cuarto: honrarás a tu padre y a tu madre. Hombre  y mujer. Este  es un mandamiento que se le pone premio: larga vida.


Luego tiene mucha actualidad el 5º. Es claro y terminante. No matarás.  Hay que respetar la vida humana desde el momento de la concepción hasta la muerte natural.

 Por tanto ni aborto ni eutanasia. Eso sí, ayudar a las madres en dificultad y cuidados paliativos a los ancianos o  incurables, aunque no se enteren.

Me gustaría comentar los que faltan, pero lo dejo para otra ocasión.

Desde luego,  si los cumplimos viviremos como hijos de la luz y según la vocación a la que hemos sido llamados. Si  no los cumplimos podemos acudir a la misericordia de Dios que está siempre dispuesto a  perdonar.

 

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