miércoles, 9 de febrero de 2022

El “más allá”.

 


El  estar encerrado en casa durante varios días, me hizo pensar en muchas cosas, una de ellas,  el “más allá”

Esa expresión entró en el leguaje corriente cuando decimos de una persona que ha estado muy grave, decimos que ha está más para allá. Recuerdo  una comida con un compañero que estaba muy enfermo y lo sabía, y observé que en su conversación lo de aquí no le interesaba, no le hacía mella,  y estaba más en ese otro mundo. Ciertamente a los pocos días fallecía.

Pues estos días con todo el tiempo por delante,  pensé en el más allá y me hice esta pregunta ¿qué nos espera?

Recordé las palabras de un sabio profesor mío que decía que sobre  las cosas de la otra vida que nos viene después de la muerte, lo mejor es no discurrir por cuenta propia, sino ver  lo que el dedo de Dios ha dejado escrito.

Hay que acudir a la Biblia y a las enseñanzas de Jesús y también mirar a nuestro interior.

Decía Juan Pablo II que no somos un átomo que se pierde en el cosmos y Benedicto XVI nos definía como peregrinos que van a la casa del Padre.

Hemos de acercarnos a la muerte

con la mentalidad del hijo pródigo que camina arrepentido al encuentro del Padre.

Ya antes de llegar, Dios sale a nuestro encuentro en la confesión, para abrazarnos y darnos mil besos y el traje de hijo. Luego, la fiesta.

El demonio, mentiroso desde el principio,  nos lo presenta muy difícil, pero con  la ayuda de nuestra madre la Virgen, es fácil, todo se arregla en un pis-pás.

En el Evangelio hay muchas más  referencias  con respecto a la otra vida. Basta pensar en la pregunta del joven a Jesús: ¿que tengo que hacer para conseguir la vida eterna?. Y hay muchas más explicaciones que hace Jesús.

También en el libro Surco hay todo un capitulo que lleva por titulo,el más allá.

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