viernes, 25 de noviembre de 2022

Te adoro con devoción Dios escondido

 



No hace mucho me contó una adoradora nocturna que pasando  por la nave central de la catedral y frente al altar mayor, se encontró con un buen grupo de gente  que sacaba fotos y charlaba. Ella  pasó por medio e hizo la genuflexión al sagrario,  que se veía perfectamente iluminado.

Fue una genuflexión bien hecha,  con la rodilla hasta el suelo y mirando al sagrario donde está el Señor en la Eucaristía.

Cuando lo hacía, oyó un comentario: “ésta,  qué  está haciendo”. Les pareció una cosa rara.

Hay gente, aun católica,  que no sabe que hay sagrario y que allí está el Señor oculto en las hostias consagradas, pero verdaderamente presente. Como dice Santo Tomás es Dios escondido. Es el mismo que vio María magdalena y los apóstoles,  pero que, actualmente, continúa  actuando –salvando-  entre nosotros, en los sacramentos  y especialmente presente en la Eucaristía. Realmente es asombroso, pero es así.

Esa fe en su presencia es un gran  don de Dios que puede aumentar o también apagarse,  incluso perderse.

Aumenta haciendo actos de fe (una fe sin obras es una fe muerta) y pidiendo que nos aumente, y, esta fe, se pierde o apaga cuando no se hacen.


Nos da ejemplo de adoración María que cuando envuelve al Niño en pañales, extasiada le adora. Y nos dan ejemplo los Reyes Magos que  dice el Evangelio que después de un largo camino postrados le adoran. Y de eso hay muchos  grupos escultóricos en la ciudad de Santiago. Otros personajes le adoran reconociéndole como Hijo de Dios por ejemplo el centurión al pie de la cruz que le ve morir y exclama: Este  verdaderamente es el Hijo de Dios.

La liturgia prescribe muchos  detalles que ayudan a la adoración y a la fe en esa presencia viva: la genuflexión al llegar a la iglesia y al salir, la postura de rodillas durante la consagración, la inclinación  de la cabeza al  comulgar. O  también recomendando dar gracias al terminar la Misa.

Los magníficos retablos, las flores, el cuidado del presbiterio, son gritos de fe para el que quiera oír. Una persona que pasa meses o años sin cuidar esos detalles, le falta amor y termina por no saber o dudar  de esa presencia real.


Jesús es actual, no es algo de tiempos pasados, un recuerdo. Ahora  sigue encontrándose con nuevas samaritanas y centuriones, zaqueos y pecadores, y su Palabra y misericordia llega a los corazones que se le abren.

 Nos encaramos con Él visitándolo en los sagrarios o en la Santa Misa que el preside a través del sacerdote.

 

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