miércoles, 23 de agosto de 2023

La Adoración Eucarística en Santiago: verdadero pozo de Sicar.

 


Adoración en S.Fernando.

Es la Adoración a Jesús Eucaristía, extendida actualmente por todo el orbe y también presente aquí en Santiago, un auténtico pozo de Sicar (sí, sí; el de la samaritana de los 5 maridos)

 Allí acudimos a buscar agua al Manantial, que es Cristo presente en la Custodia, para saciarnos de un Agua que apaga todos nuestros apegos mundanos y nos garantiza promesas de vida eterna y de paz y felicidad ya en este mundo.

Cuando estamos ante el Santísimo Sacramento, nuestra oración debe contemplar cuatro finalidades: adoración, pues sólo al Señor debemos adorar y dar culto; reparación, por nuestras ingratitudes y las del mundo entero; intercesión, ya que si pedimos por los demás el Señor se ocupa de nuestras necesidades y, por último, petición.

Pero... ¿qué pedir?

No debemos pretender obtener la añadidura sin buscar primero el Reino de Dios y su justicia. Por el contrario, cuando pedimos sinceramente por las necesidades de la Iglesia y de los demás (sobre todo las espirituales) y nuestra intención es dar a Dios toda la gloria, Él nos da todo lo que necesitamos nosotros y con abundancia; incluso, por qué no, la prosperidad material.

El alma de todo cristiano necesita la Adoración como respirar; pues estamos hechos para Dios y, si no lo adoramos a Él, no tendremos luz en nuestras vidas y buscaremos otras consolaciones mezquinas en las cosas, las personas o incluso en los vicios.

Carlo Acutis

Hay quien piensa que la Adoración Eucarística es cosa de curas, monjas o personas que no tienen cosa mejor que hacer. Nada más lejos de la realidad. Podríamos encontrar muchos ejemplos en la historia de la Iglesia de que la Adoración es para "personas de a pie", no para gente de otro mundo; pero nos centraremos sólo en dos modelos muy recientes de laicos comprometidos y amantes de la Eucaristía (como han sido todos los santos sin excepción): el Venerable Luis de Trelles y el Beato Carlo Acutis; uno, gallego; el otro, italiano.

Luis de Trelles (Viveiro, 1819; Zamora, 1891) fue un seglar casado. De profesión abogado, periodista y político de la época, fue el fundador en España de la Adoración Nocturna al Santísimo Sacramento, Asociación que en la actualidad sigue produciendo abundantes frutos en nuestra nación.

Por su parte, Carlo Acutis (Londres, 1991; Monza, 2006), fue un joven estudiante y aficionado programador informático que diseñó una exposición virtual sobre milagros eucarísticos que todavía puede ser visitada hoy.

¿Cómo podemos nosotros imitar las virtudes de estas dos figuras eminentemente eucarísticas, a las que el Señor habrá recompensado generosamente sus demostraciones de cariño en medio de una vida profesional y personal de frenética actividad?


Primero, debemos buscar un tiempo fijo, aunque sólo pueda ser uno o dos días por semana, para estar sin prisas con el Señor.

 Nuestra ciudad nos ofrece muchas oportunidades: en la cripta de la Parroquia de San Fernando, la Capilla de Adoración Perpetua (24h al día, los 365 días del año); en la Catedral, la Adoración en la Capilla del Santísimo durante todo el día, todos los días de la semana; los jueves eucarísticos en algunas parroquias: San Miguel y Castiñeiriño durante todo el día; San Cayetano y San Antonio de Fontiñas una hora antes de la Misa y San Juan, un rato después de la Misa.

 A todo esto hay que añadir las Vigilias nocturnas mensuales que realizan ANE y ANFE y la Hora Santa que tiene lugar los jueves del curso escolar por la noche en la Capilla de Huérfanas.


Una vez en uno de estos lugares, o en otras parroquias o conventos que realicen Adoración y se nos hayan podido quedar en el tintero, debemos arrodillarnos y saludar a Jesús. Basta un: -"Buenos días/tardes, aquí estoy y vengo a saludarte y a adorarte, mi Señor". 

Durante el rato de oración podemos ofrecerle cosas, presentarle a personas o necesidades, pedirle perdón, rezar el Rosario (pues donde está Jesús, está María), leer algún devocionario, libro piadoso o el Evangelio...A continuación debemos permanecer a la escucha en silencio, asimilando lo que nos ha inspirado el Señor y, finalmente, despedirnos de ÉL antes de irnos con un -"Gracias por este rato en tu compañía. Te quiero mucho. Bendíceme", o alguna fórmula similar.

Seguro que si adquirimos el hábito de la Adoración, luego ya no podremos prescindir de ella y eso se traducirá en una transformación radical de nuestras vidas y en fuente de bendiciones para nuestro entorno.

 

Marta González Castro

1 comentario:

  1. Creo firmemente que no podemos perfeccionar nuestro amor a Dios y al prójimo sin esta vivencia de la Adoración Eucarística.

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