viernes, 22 de noviembre de 2019

Lucila López Mourelle, alegría de ver a DIOS. (gente buena)




 Falleció Lucila en la mañana del 22 de noviembre día de Santa Cecilia, la patrona de la música. Es fácil  imaginar que al llegar al Cielo,  Santa Cecilia tendría preparados unos coros para  cantar a la llegada de Lucila. Ella quería una muerte alegre y un funeral alegre, pues iba a la casa del Padre que tanto nos quiere.

El funeral será mañana día 23 a las 4 de la tarde en la Residencia de San Marcos en donde vivió sus últimos años. Se fue al Padre,  rodeada del cariño de muchas personas.

Esta foto de la izquierda, se la hizo en el verano una de sus sobrinas que la visitaba frecuentemente.

Conocí a Lucila en el año 2000, cuando vino de París  ya para quedarse. Antes venía de vacaciones y me saludaba al llegar y, cuando regresaba a París, se acercaba a la sacristía a despedirse.

 Yo le daba la bendición de viaje, como tengo de costumbre a los que salen de viaje, y,  se marchaba tan contenta.





en el aeropuerto con Damiao y el obispo
Cuando  celebró el 80 aniversario preparó una fiestecita en el Colegio del Servicio Doméstico. Me lo contó y me ofrecí a decirle una Misa que aceptó encantada y lo consideró siempre como un gran regalo.

Al darme cuenta de sus buenas cualidades le pedí que se encargara de la atención a  la capilla de Guadalupe, pues en ese momento no había nadie que cuidara esa bonita capilla.

 Aceptó con gusto pero sin comprometerse a todo. Sólo lo referente a las cosas de la Misa, de momento. Pero poco a poco se fue encargando de todo,  en especial de la limpieza. Aunque sabía arte floral, no le prestó mucha atención,  en cambio quiso que la capilla estuviese reluciente.
En Fátima

Cada día se encontraba más a gusto en Guadalupe y allí rezaba, cantaba y lloraba si le apetecía, pues nadie la veía,  salvo el Señor.

 Llegó a comparar a Guadalupe con el Sagrado  Corazón de París.

Su delicadeza con el Señor era grande, pues utilizaba paños especiales, no los corrientes de los bancos, para limpiar el sagrario por fuera o al crucifijo. Lo mismo hacía con el cáliz que lo limpiaba cada semana. Primero lo limpiaba con algún producto para la plata y luego lo lavaba con agua corriente y lo secaba bien. Con los purificadores además de lavarlos y plancharlos magníficamente, según me contó en una ocasión, les daba un beso, eso sí,  sin poner los labios. Iban  a  tocar al Señor.

En una ocasión se encontraba muy mal de salud, pensaba que se iba a morir, pero  fue a limpiar Guadalupe, cansada, con muchos dolores , incluso dejó la puerta abierta por si se moría. Pero le dijo al Señor: Mira Señor, voy a dejar todo bien limpio por si es la última vez que limpio tu iglesia. Y así lo hizo. ¡mas limpio que nunca!.

Apostolado
Le encargué de la catequesis de niños de 3 – 6 años y era capaz de hablarles del amor de Dios con ejemplos y le estaban muy atentos. Los llevaba al sagrario a que le contaran sus problemas a Jesús. Conseguía infundirles una verdadera piedad y deseos de amor a Dios y de ir al Cielo.
Hacía apostolado con las madres de los niños cuando venían  a traerlos a la catequesis. Estas le hacían sus confidencias que aprovechaba para formarlas y animarlas.
en una peregrinación a Lourdes
Con los inmigrantes tenía un empeño especial y,  gracias a ella,  tuvimos reuniones mensuales en Guadalupe en donde preparaba una pequeña merienda que facilitaba tener algo de tertulia entre todos.

 Días antes llamaba por teléfono a muchas familias que luego venían a recibir una charla de formación, oir la Santa Misa y por último tertulia mientras se merendaba. 

A pesar de sus años se entendía muy bien con los jóvenes a quienes comprendía y enseñaba la ciencia de la vida. Cuando llegaba a los comercios la rodeaban y le pedían que les hablara de Dios. En el autobús les decía viva la juventud y luego se ponía a hablar con ellos con la sabiduría de los años.

Las reuniones de jóvenes de la parroquia las trabajaba mucho,  con oración y sacrificios y estaba muy pendiente de ellos.


Excursiones o peregrinaciones
Participaba en las excursiones y no dudaba en hablar de lo que se le pedía,  entreteniendo a los compañeros de viaje e ilustrando en lo que ella sabía. Habló de los museos de París que conocía muy bien, de las iglesias, de la situación de los emigrantes etc.
Tenía especial inclinación hacia los pobres, prostitutas, gente sin techo y niños abandonados. Con ellos se entendía muy bien, con mucha comprensión y les daba la ayuda espiritual y material que podía, siempre con amor  y delicadeza.
En estos años no decía que no a nada de lo que se le pedía por parte de la Parroquia y así colaboró en excursiones, exposiciones, jornadas apostólicas, celebraciones anuales, comidas de la parroquia etc.

Un belen inventado, de Belen a la Cruz
Capítulo aparte era su cariño por los seminaristas y sacerdotes por quienes rezaba a diario y los acogía como al mismo Jesucristo.

Le gustaba conversar con ellos y decía que le ayudaban mucho. Ella les transmitía sus experiencias de París y del trato con gente muy distinguida y también humilde.
Sabía preparar muy bien las mesas para cuando tenía invitados y tenía un gran estilo decorando y seleccionando aquello que podría gustar a los comensales.

Era muy generosa con su dinero  siguiendo los consejos de su madre que la acostumbró a dar el diezmo para la parroquia en donde estuviera. Para ella lo primero era la parroquia,  a la que amaba intensamente y donde se encontraba a gusto.

Quería, y lo repitió muchas veces,  una muerte alegre con paz interior y también pedía un funeral alegre, pues iba a ver a Dios y ese es un gran motivo para ir con alegría hacía la vida eterna.
En el salón de Guadalupe un día de inmigrantes, con Alexandra

 Estaba empeñada en decir a todos que la Unción de enfermos era un sacramento de alegría , como un pasaporte para entrar rápido en el Cielo y así se lo enseñaba a los niños que les entusiasmaba tanto que querían pedir ese pasaporte ya en su infancia.
Llevó el dolor y la enfermedad ofreciendo todo a Dios por muchas intenciones y  sin quejarse,  incluso con ojos alegres que le llamaron la atención  a uno de los médicos que le preguntó en donde los había comprado. Dios me los ha dado, dijo.



florecillas
La estuve visitando en su casa y llevándole la comunión. Teníamos en la iglesia de S.Cayetano la cruz grande puesta cerca del altar en atención a la próxima fiesta de la Santa Cruz. Ella lo sabía. Entonces me dijo que no tenía miedo al dolor, que lo ofrecía todo dándole gracias a  Dios  por tenerlo,  pero que cuando fuese a la iglesia que le diese un beso en los pies a Jesús y que le dijese que ella lo iba a sostener, a ayudar,   en su Cruz,  con su dolor llevado con amor. Decía siempre que el dolor acerca a Dios.

Repitió muchas veces que no tenía miedo a la muerte, pues iba a ver a Dios.

 Pedía  a la Virgen que a última hora el demonio no la tentara, deseaba estar vigilante. También decía que quería una muerte alegre y  un funeral alegre.

 Me encargó de un modo especial que no hubiera notas tristes, sino mas  bien ambiente de fiesta. No quería caras tristes. Eso si, que  la sacaramos cuanto antes del purgatorio con nuestras oraciones.

Su estancia en el Asilo de San Marcos
Llegó un momento en  que necesitaba que la cuidaran y pidió ir para una residencia. La aceptaron en San Marcos las religiosas  de Santa Teresa Jornet.

Le gustaba mucho la limpieza de la casa , estaba encantada con las religiosas que le dieron mucho cariño,  las conocía por su nombre y también  quería mucho  a las empleadas a quienes encomendaba,  a ellas y a sus familias. Les tenía verdadera admiración por su trabajo y dedicación.
Las demás ancianas rezaron mucho por ella en su enfermendad y la querían por ese algo  especial que ella tenía.

 Pero lo que más le enamoraba era tener en la casa al Señor. La Presencia  Real de Jesús en la  Eucaristía la atraía y pasaba horas  haciendo compañia al Señor. No se cansaba de la oración y siempre salía con paz y consolada. Alli encomendaba a tanta gente que, sin duda, se vio favorecida por la gracia de Dios,  a consecuencia de sus peticiones.

Se llevaba muy bien con las demás ancianas,  muchas de las cuales le hacían sus confidencias y ella desde su experiencia les ayudaba a superar sus dificultades.
Que su ejemplo nos ayude a imitar todo lo bueno que hemos visto en ella  y que desde el cielo nos siga ayudando a comprender la gran misericordia de un Dios que nos ama a  pesar de nuestros fallos. Descanse en paz.



publicado en Brasil  por el sacerdote  Padre  Damiao,  en portugués,  en recuerdo de Lucila, el día de su aniversario. (2020)






5 comentarios:

  1. A nuestra querida Lucila :
    A la que tuvimos el placer de conocer de casualidad por unas buenas amigas,y a su último tren de tercera destino a París, a todas sus enseñanzas sobre la gente y la vida,su manera de transmitir a través de sus palabras lo magnífico que es vivir.
    Espero que te presenten a mi padre porque juntos tendréis muchas y grandes conversaciones.
    Un beso a los grandes del cielo.

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  2. Conocí a Lucila en la iglesia de San Cayetano. Siempre era alegre y cariñosa, especialmente con los niños, a los que siempre daba una palabra y una sonrisa. Doy gracias a Dios por haberla conocido. Por su dulzura y su fe.

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  3. Era estupenda con los niños y con los mayores muy alegre ,a pesar del dolor nunca tenía cara de sufrir , su delicadeza y sencillez , espero que el Señor se lo tenga encuenta

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  4. A Lucila la tenemos en el Cielo intercediendo por nosotros y echándonos una mano. Con todos era cariñosa y detallista pero especialmente con nosotros sacerdotes.

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