viernes, 24 de diciembre de 2021

Un paseo por Santiago, en Navidad

 



A las 7 de la tarde, ya de noche, me decidí a dar un paseo por la ciudad. Quería ver si se notaba que era Navidad.

Lo primero que vi fue una iluminación por todas las calles del centro. Miles  de bombillas de distintas formas en largas hileras o en fachadas de edificios importantes. Me olvidé  de aprovechar para  hacer un acto de amor a propósito de las bombillas, como suelo hacer con cosas parecidas. Luego me acordé al llegar a  casa y lo hice en ese momento, creo que al Señor le pareció igualmente bien. Suelo  decir más o menos, según las circunstancias,  yo quisiera hacer tantos actos de amor como bombillas hay en estas calles.

Fui mirando los escaparates y lo que más aparecía era el arbolito de Navidad cargado de frutos, que son nuestras buenas obras. Luego le seguía papá Noel.

Pasé por la gran plaza del Obradoiro que tenía un belén equidistante, como diría un amigo mío. Estaba hecho de muchas bombillas y se adivinaba al buey a la mula, a la Virgen y S. José y  la cuna  del Niño. Al lado un bonito y gran árbol de Navidad,  todo de bombillas.

Luego pasé a la rúa del Villar y seguían las hileras de las bombillitas todo a lo largo. Me llevé una grata sorpresa al llegar a la plaza del Toral. Había  un autobús del ayuntamiento de Santiago y una gran coral que cantaba con entusiasmo. Eran villancicos (Panxoliñas). Los últimos fueron Noche de Paz y Adeste Fieles. Invitó el director, al público presente,  a unirse al venite  adoremus.


Luego fui por la rúa Nueva. Había muchos vendedores callejeros y mucha iluminación en los comercios. Pasé  por delante de la iglesia de Sª Salomé que estaba abierta. Entré para ver si había algún belén y vi a José y María debajo del altar mayor.  Luego saludé a un sacerdote que estaba en la puerta de la iglesia y que se interesó por mi presencia en las calles a aquella hora.

Me acerqué a la Quintana que estaba a oscuras. Luego  me di cuenta que desde la Casa de la parra estaban haciendo unas proyecciones luminosas sobre la fila de viviendas al fondo de la plaza.las miré un poco y eran (lo que yo vi) sobre papá Noel y sobre regalos.

S. Pelayo  estaba abierto  era hora de  la Misa y san Benito estaba a punto de empezar la Misa. Con pocos feligreses.

Pasé por delante de las Ánimas que también estaba abierta y , más abajo, en Casas reales está la hermosa iglesia de Santa María del Camino muy bien restaurada. Entré y allí hay un gran belén que   es el que ponían otros años en la catedral. Es muy artístico y  estaba  bastante gente disfrutándolo. Bien iluminado y protegido por un cristal.

Aparecen muchas profesiones, panaderos, herreros, vendedores de fruta o de telas etc. También tenía un departamento con el belén propiamente dicho. También los Reyes y el anuncio a los pastores. Estuve pensando el mensaje de ese conjunto y vi como el Señor viene, trae salvación pero al mismo tiempo, igual que ahora, muchos viven al margen de Dios. No  van a Belén.

El Papa Francisco recordó, en un Mensaje de Paz de primero de año, que la gran tentación a la que puede sucumbir, casi sin darse mucha cuenta, el hombre de hoy es el olvido, la indiferencia, el “pasar” de Dios. Es larga la cita, pero vale la pena:

“La primera forma de indiferencia en la sociedad humana es la indiferencia ante Dios, de la cual brota también la indiferencia ante el prójimo y ante lo creado (...). El hombre piensa ser el autor de sí mismo, de la propia vida y de la sociedad; se siente autosuficiente; busca no sólo reemplazar a Dios, sino prescindir completamente de Él. Por consiguiente, cree que no debe nada a nadie, excepto a sí mismo, y pretende tener sólo derechos.

 Contra esta auto-comprensión errónea de la persona, Benedicto XVI recordaba que ni el hombre ni su desarrollo son capaces de darse su significado último por sí mismo; y, precedentemente, Pablo VI había afirmado que «no hay, pues, más que un humanismo verdadero que se abre a lo Absoluto, en el reconocimiento de una vocación, que da la idea verdadera de la vida humana"

Los ángeles siguen cantando, pero los hombres podemos taparnos los oídos para no oír; y preguntarnos, escépticos, qué estarán diciendo esos individuos allá en el cielo.

Y podemos seguir sin ver, asentados en la tiniebla de cada uno. Tantas personas quieren quitar sentido a la Navidad, y hasta rechazan preguntarse qué es verdaderamente la Navidad. 

 


No vi belenes en los escaparates que era una costumbre en Santiago y noté como más viva, la ausencia del Niño Jesús.-

Me quedan por ver los grandes belenes del centro de la Ciudad como el de S. Fiz (S. Félix) y el de San Martin. Pero eso,  será otro día.

Como nota positiva hay que decir que en  las casas si se han hecho bastantes belenes, al menos eso dicen los niños del catecismo que no suelen mentir.

 nota :

las fotos son del belen de Nª Sª del Camino que he visitado.

 

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