Tengo una escultura de un santo en la parroquia que estuve a punto de retirarlo y poner otro. Se trata de S. Félix de Cantalicio. Para mi era un santo totalmente desconocido, tal vez, pensaba, es un mártir que sólo se sabe que fue mártir. El 18 de mayo, día de su fiesta, me encontré con su vida, que me pareció muy interesante sobre todo por el buen humor que rezuma, cosa que mucho necesitamos.
Este era un santo capuchino del S.XVI, primero fue pastor y hacía mucha oración, luego le viene la vocación y se va a Roma , en donde estuvo 40 años con el cargo de limosnero en los capuchinos. Y aquí es donde conocemos su buen humor, pues tenía una contagiosa felicidad y un buen humor delicioso.
A su compañero de fatigas le decía: buen ánimo, hermano, los ojos en la tierra, el espíritu en el cielo y en la mano el santísimo rosario. Para él había una sola tristeza, la de no ser santo.
Bromeaba con su amigo S. Felipe Neri (conocido como el santo de la alegría), que también recorría las calles de Roma y uno y otro se saludaban de esta manera:
- buenos días fray Félix. ¡ ojalá te quemen por amor de tu Dios!
- salud, Felipe. ¡ojalá te apaleen y te descuarticen en nombre de Cristo!
Cuando alguien le insultaba, le replicaba:¡ Que Dios te haga santo!
Cuando leí esto me acordé de una persona que, cuando me encontraba por la calle, invariablemente me insultaba, yo la oía y le dejaba que lo hiciera, como el rey David, pensando igual que él, que si Dios le permitía insultarme era bueno para mi, pero luego cambié de opinión, deseaba ser insultado por aquella persona para poder decirle como S.Félix, que Dios te haga santo.
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