lunes, 18 de junio de 2012

La Venerable Madre María Antonia de Jesús, carmelita


Mi encuentro con la M. María Antonia




Un día me acerqué al convento del Carmen de Santiago  de  Compostela para pedir prestada una imagen de Santa Teresa de Jesús. Era para una exposición sobre la fe. Esta santa entraría entre  los grandes testigos de la fe de España.

Hablé con la M. Priora, una monja joven, con quien  tuve una interesante conversación en donde me dijo que el verdadero maestro de la fe era S. Juan de la Cruz, pues dedica a este tema varios de sus escritos y que  fue calificado así también por Juan  Pablo II  en una larga carta con ocasión del IV centenario del santo. El Papa había hecho una tesis sobre la fe en S. Juan de la Cruz.

Pero luego la M. Priora me habló  de la fundadora del convento del Carmen de Santiago, la venerable madre María Antonia de Jesús que, según ella, bien pudiera ser patrona de las feministas gallegas, pues fue casada, tuvo hijos, viuda y monja. Vivió la  emigración, hablaba gallego en cuya lengua se entendía mejor. Fue una mujer que conoció los problemas de su tiempo (1700-1760) y tuvo grandes experiencia de fe, de oración y místicas.

 Y aquí comienza mi encuentro con la M. María Antonia.

En 1991 se ha escrito un hermoso libro tomado  especialmente de sus escritos y autobiografía, en donde se relata con detalle con sus mismas palabras, su gran aventura de hacer la voluntad de Dios y de traer el Carmelo para Galicia. Fui  recorriendo las páginas de esta historia, admirándome del  esfuerzo de la Madre María Antonia por seguir las inspiraciones de Dios, de la responsabilidad en la dirección espiritual para la que se requiere sacerdotes sabios y santos, de cómo vivió la fe de Abrahán pues Dios le manda salir de su tierra y no sabe a donde, pero ella sale con dos de sus seguidoras, y, el Señor,   las  va guiando a buen puerto.

Tiene una gran fe en la oración diciendo que la oración muda a los  hombres, como así ocurrió con un dominico en Tui que pasó del no al si, en una consulta que le hacía la Madre, después de un rato de oración ante el Santísimo Sacramento. El eje de su vida fue un continuo diálogo con Dios. La oración lo fue todo para ella y luego no quiso dar pasos en su vida de relación con Dios, sin la ayuda de la dirección espiritual.

Con esta lectura ya le cogí afecto a la Madre   María Antonia y ya empiezo a encomendarle cosas, de momento pequeñas, pero ya llegarán las grandes.

Algunos pueden objetar que ya tenemos muchos santos y  beatos, y muchos otros  que esperan ser  beatificados. A esta dificultad contesto con  un refrán castellano:” no por mucho trigo, es mal año”. No nos debemos de quejar de tener muchos tesoros.  Estos santos son  nuestros tesoros, aquí en la tierra mientras vivieron entre nosotros y, ahora,  ya finalizada su carrera, en el Cielo. Son ejemplo para nuestras vidas y también intercesores.

 Como esta santa es gallega animo a todos los gallegos de Galicia y de la diáspora que se encomienden a la ahora venerable y experimentarán su ayuda. Lo digo por propia experiencia en tan pocas horas de empezar a invocarla ya tengo alguna favor suyo.
No dejen de comunicar los favores al convento del Carmen de Santiago.

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