martes, 12 de junio de 2012

Dos jóvenes judías, en Santiago.

Hace poco, me encontré en la calle con dos muchachas judías. Estaban buscando un supermercado concreto cerca de la estación de autobuses. Nos encontramos y me pararon preguntándome por dicho supermercado. En este caso no ejercí de gallego pues di por supuesto que querían ir de compras, pero no era así, era para ir a determinada parada del autobús urbano que les llevaría al albergue del Monte del Gozo.

Yo no conocía bien la zona y les dije que preguntaran en una farmacia cercana, pero aproveché para preguntarles de donde eran. Se veía que eran peregrinas pues los que llevamos bastante tiempo aquí , en Santiago, ciudad de continuas peregrinaciones,  sabemos distinguir los distintos visitantes.

¿De donde venían?. Me sorprendieron diciendo que eran de Israel.
-entonces ¿sois judías?, les dije, y con una amplia sonrisa, me dicen: si , somos judías.

Yo puse mis pensamientos en la Ssª Virgen, mujer judía a quien tanto queremos y veneramos los católicos y supuse que tendría rasgos parecidos a los de aquellas jóvenes. Luego pensé, desde luego a mucha velocidad,  en Eugenio Zolli, el gran rabino de Roma, converso al catolicismo, cuya autobiografía estoy terminando de leer, y luego les dije con mucha alegría: "mis dos grandes amores son judíos, Jesús  y María".


 Me regalaron su mejor sonrisa y esa indefinible corriente de simpatía que se nota,  cuando la hay, entre los humanos y que suele ser mutua.

Ahora me acuerdo de otros dos encuentros con judíos de los que podría dar muchos detalles, uno al ir a Israel con el que era mi compañero de asiento en el avión. Este era un empresario que trabajaba en Argentina y que iba a una boda en Jerusalén; con él fui hablando unas 4 horas, todo el viaje desde El Prat hasta Tel-Avic y ya al final me dolía el cuello de tanto mirar para mi izquierda.

Al regreso de Tierra Santa coincidió a mi lado una psicóloga que regresaba a su país americano en donde trabajaba,  tal vez Paragüay, y también era judía, con ella hablé largo rato y con la misma simpatía con que los católicos miramos a nuestros  hermanos mayores , los  judíos.

Rezo por el pueblo judío y amo sus hermosas tradiciones, algunas de las cuales entraron en nuestra propia liturgia, aunque con un nuevo significado como son la Pascua, Pentecostés , La Palabra, el velo humeral, el ambón etc.

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