Tengo que decir que al comienzo del viaje le pedí a la Ssª Virgen que me diera un ángel especial para esta peregrinación, pues son muchos kilómetros y puede pasar de todo. Ya terminado el viaje, tengo que dar gracias a este ángel que nos propició que todo saliera según lo programado o incluso mejor.
En Covadonga tuvimos una misa en la Santa Cueva; el Rector del santuario que es quien la iba a celebrar me dejó presidir a mi con los peregrinos que llevaba, unos 50,y con los que se añadieron. Como me ocurrió otras veces me encontré como en casa pues pude hacer la Misa como en mi propia parroquia sin condicionamientos.
En la salida hacia Lourdes (al día siguiente) tuvimos meditación, lectura espiritual y clase de francés. El tiempo se nos fue enseguida y pronto estábamos en Lourdes.
Allí nos unimos a las misa en español que es a las 11,15 en la que concelebramos sacerdotes de varios lugares de España y América.
En nuestra estancia en Lourdes destaco el Viacrucis en le que fue un buen grupo de peregrinos y una
señora se arrodillaba en el duro suelo en todas las estaciones, luego nos contó que otro año se pasó todo el viacrucis llorando viendo a Nuestro Señor y a la Virgen.
Esta misma señora nos contó luego, en el viaje, en perfecto gallego, que a un hombre enfermo de su parroquia los médicos no le podía quitar el dolor de una pierna por mas que hacían , y ella le llevó un poco de agua de Lourdes y hasta el momento se le pasó dicho dolor. Ahora traía varias prendas de ropa de enfermos para pasarlas por la gruta a la espera de que Dios siga haciendo milagros.
Desde luego muchos comentaron la emoción que habían sentido en el transcurso de la estaciones del Viacrucis, que como sabéis es de tamaño natural, quizá un poco más, y están las escenas muy logradas y es fácil entrar en la acción que está ocurriendo.
Noté en la procesión de antorchas de la noche un gran entusiasmo en el rezo del Santo rosario. Rezaban alto, cantaban con fuerza y al gloria Patri levantaban las velas con ganas. Era una gran manifestación de fe en el poder intercesor de María.
A veces se piensa que a Lourdes van los desesperados, de hecho ese día había una peregrinación numerosa de enfermos de cáncer, pero no se les veía desesperados sino serenos, incluso sonrientes. La Virgen tiene costumbre de propiciar de esas cosas.
Después de Lourdes fuimos al santuario mariano de Torreciudad. En expresión de uno de los asistentes, aquello era una explosión de vida. Se veían muchas familias jóvenes con 5, 6, incluso 8 niños, que correteaban por la explanada. Muchos se saludaban, aquello parecía una algarabía, pero a la hora de comenzar la Santa Misa, como por encanto aparece cada uno en su sitio y los niños quietos como santos. A la hora de la consagración todo mundo se puso de rodillas, incluso un padre que estaba dando de comer al niño pequeño, seguía dando de comer pero de rodillas y adorando al Señor.
Después de comer en el restaurante Tres Caminos, fuimos a Zaragoza y visitamos el Pilar. Media hora solamente, pues teníamos que llegar a dormir a Burgos, pero fue una media hora de paz, silencio y oración en la Santa Capilla, que nos dejó a los que lo hicimos, felices, pues necesitábamos ese silencio con Dios.
El ángel consiguió que llegáramos a Burgos a tiempo de poder cenar sin mucho retraso. Al día siguiente fuimos a Oña a ver las Edades del Hombre que fue muy bien explicada, una auténtica catequesis sobre el monacato, el ora et labora y la primacía de Dios.
FOTOS:1.- grupo de S. Cayetano en Covadonga. 2.- Ina Fariñas con una señora impedida de Pontecarreira. 3.- Parte del grupo en Torreciudad. 4.-María Gago con su madre Lucía Barreiro y con Emérita Pernas.
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