He bautizado mucha gente, cientos de niños y algunos adultos y me han pasado algunas anécdotas. Desde un niño que pasó todo el tiempo llorando y ahora es un chico muy alegre, hasta el que seguía las ceremonias con la vista como si se fuera enterando de todo. En una ocasión cuando fui a tomar los datos del niño y pregunto el nombre de la madre, me dicen , no tiene. Yo ayudaba en la parroquia y entonces los remití al párroco para que el arreglara.
Pila bautismal en donde se bautizaron los videntes de Fátima. Está en la parroquia de Fátima |
En otra ocasión se acercó a mi despacho un norteamericano, joven, alto y que no sabía nada de español. Venía con su novia que hacía de intérprete. Me planteó el bautizarse, pero ya, inmediatamente, a poder ser al día siguiente. Le dije que necesitaba una preparación y un poco de calma , pero no estaba por esos retrasos de sus planes. Comentamos algo el credo apostólico y vi que tenía un mentalidad más bien protestante y le aconsejé que si no quería conocer mejor la fe católica que se acercase a algún grupo protestante con quienes sintonizaba más.
Todo esto lo cuento para constatar que ahora hay niños que están sin bautizar porque los padres no valoran el bautismo, aunque esto se compensa con que hay más bautizos de adultos. Pienso que se ha devaluado el gran valor del bautismo y es preciso repasar lo que dice la Iglesia sobre este sacramento fundante.
Benedicto XVI bautiza todos los años un grupito de niños a cuyos padres y padrinos ha dirigido sus homilías dignas de tenerse en cuenta.
En una ocasión decía: ¿que esperamos del bautismo? -esperamos la vida eterna. El niño es insertado en una compañía de amigos que no lo abandonará nunca ni en la vida ni en la muerte pues es la familia de Dios.
En otra homilía decía que el cielo se abre para ese niño, que con el bautismo restituimos a Dios lo que de Él ha venido, que el niño no es propiedad de los padres, sino que el Creador lo confía a su responsabilidad ...
Si buscáis en internet las homilías del Papa sobre el bautismo encontraréis la razón de ser de este gran sacramento que nos hace santos, hijos de Dios y herederos del Cielo.
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