La catequista les dice que Jesús puede resolver todos sus problemas y les anima a que se los cuenten y los niños, en voz alta, se los exponen: uno le dice que se le ha roto el ala del avión y a ver si se lo recompone, otro que se enfadó con su mejor amigo, otro que no le gusta determinada comida etc.
Uno de ellos, que parece un ángel sacado de un retablo barroco, oyó a sus padres discutir en casa por un asunto en que no se ponían de acuerdo y terminaron diciendo: "esto no tiene arreglo".
Entonces el niño, que estaba escuchando todo, intervino diciendo: Yo sé como se puede arreglar ese problema.
Los padres quedaron cortados y mirando con interés al hijo y le dijeron que explicara como podría arreglarse...
- pues vais al sagrario, habláis con Jesús y El lo arregla todo.
Se quedaron perplejos y dejaron de discutir.
Al día siguiente, la madre pasó cerca de una iglesia que estaba abierta y se acordó de lo que le dijera su hijo y se dijo: voy a entrar a ver si es verdad lo que dice mi hijo. Entró, encomendó el asunto a Jesús y lo cierto es que luego todo se arregló.
Esto lo contó la misma madre a la catequista y así sabemos esta preciosa historia que no necesita comentarios sino tener fe y hacer lo mismo.
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