viernes, 13 de diciembre de 2013

LA MISA, UN GRAN TESORO.

Escribo estas reflexiones para mis amigos de confirmación que con toda sinceridad me exponen sus dudas o dificultades. Una cuestión es lo referente a la Misa.
Paco cantando el salmo
Hay cristianos que ven la Misa del domingo como una carga o como una repetición un día y otro que no acaba de suscitar su interés. Quisiera dar una respuesta entretenida a esta situación y  ayudar a ver la Misa con otros ojos.

Conocí un sacerdote que recibió una llamada telefónica desde una conocida agencia de viajes de Madrid que le ofrecía gratis un viaje a Tierra Santa de ocho días. Iría con otros sacerdotes de España y algún laico. Aceptó el plan y dejó correr el tiempo y ya cuando faltaba un mes para la fecha señalada, le vuelven a llamar para confirmar o no el viaje, pues había sido seleccionado.

 Este sacerdote les contestó: si puedo celebrar misa todos los días, acepto, en caso contrario no me interesa. Este sacerdote valoraba la Misa como un gran tesoro y no la dejaba ni siquiera para un viaje apetecible como ese.


con flores para la fiesta de Corpus
José Pita, su esposa Lali y Lucila


Los primeros cristianos tenían un gran aprecio por reunirse con Jesús en la Eucaristía. Es bastante conocido como en Bitinia (al norte de África), unos 40 cristianos en el S.III,  arriesgaron su vida, de hecho los mataron, por asistir a la Misa. 

Preguntados porque lo habían hecho, contestaron: es que sin la Eucaristía no podemos vivir. La necesitaban para ser buenos seguidores de Cristo.

Si estas y otras personas sacaron tanta fuerza de la Misa, yo ¿por qué no?

También  oí contar de un universitario musulmán que frecuentaba las clases en una universidad del sur, les pidió a sus compañeros de clase, que eran cristianos,  que le hablaran sobre la Misa. Ellos le dijeron que allí estaba Jesucristo y que Dios  hablaba en la Misa. Él les contestó que si supiera que su Dios le hablaba en determinado lugar que no se lo perdería y que no faltaría nunca  a esa cita.

En la Misa se reúne el pueblo cristiano que camina en unión hacia la Patria definitiva. Es el pueblo de Dios en marcha, unidos y compartiendo la fe,  secundando la voluntad de Dios que nos quiere salvar en comunidad. De hecho, si echamos la vista atrás,  podemos recordar muchas personas, cristianas,  que Dios puso en nuestro camino y que nos ayudaron: padres, abuelos, amigos. Maestros, sacerdotes etc. sin contar a los que sin conocer también rezan por nosotros.

A la Misa vamos a adorar – tenemos obligación de hacerlo con frecuencia y la Misa nos lo facilita -, a dar gracias (que desagradecidos somos,  a veces), a pedir perdón y a pedir ayuda para nuestras necesidades. En la Misa se celebra el misterio pascual, la muerte y resurrección de Cristo que se hace actual para nosotros.
Las procesiones son el marketing
 de las parroquias
Cuando hay gente que me para en la calle y me pide que rece por algo que le preocupa, invariablemente les digo que pondré su problema  en la Misa, con la conciencia de que yo no le veo la solución a sus problemas en la mayoría de los casos pero Dios la ve y pone el  remedio que más nos conviene.

Conocí a un adolescente de unos 12 años que un día se le plantó a su madre y le dijo que no volvía a Misa. La madre le hizo sentar y se dispuso a escuchar sus razones. No supo mucho que decir pero, al final de darle algunas vueltas al asunto,  dijo: “es que me aburro”. La madre con tranquilidad le respondió. Vamos a ver ¿tú escuchas las lecturas? ¿Entiendes lo que dice el sacerdote?¿pides algo para tus padres o tus estudios?¿das gracias? las respuestas fueron sinceras y fueron todas negativas.

 La madre le dice: entonces si no haces nada más que esperar a que se termine, como no te vas a aburrir. El jovencito se convenció y volvió a la Misa con otras disposiciones y dispuesto a aprovecharla más.

Por otro lado para disfrutar de la Misa hay que conocerla y participar en cada uno de sus momentos. Saber qué hacer en la liturgia de la Palabra que va variando cada día. Saber  lo que es la liturgia del sacrificio compuesta de ofertorio, consagración y comunión.
 Unirse a Jesús en su ofrecimiento y sentirse un cuerpo con Él que se dirige al Padre. De todo esto hay muchos libros escritos con las explicaciones correspondientes que nos pueden hacer vivir tan gran misterio. También se puede ser provechosa una conversación con un cristiano responsable que nos dé su experiencia y nos aclare algunas dudas.


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