viernes, 22 de agosto de 2014

Fátima: mucha vida




D. Jaime a punto de beber en la fuente de la plaza
Fui a Fátima (Portugal) el gran santuario de las apariciones de 1917 y he encontrado mucha vida. Fue un viaje rápido. Fuimos el miércoles y volvimos el jueves.

Me encontré con que había mucha  gente visitando a la Virgen en torno a la capeliña. Eran como hormigas y había una Misa tras otra,  desde muy temprano y en diversas lenguas.

 Cuando me tocó de concelebrar y dar comunión en la misa internacional me llamó  la atención que algunos que venían a comulgar tenían los brazos cruzados en X  y no comulgaban. 


Higor y Lucila, detrás se ve la Virgen de la Capeliña


A la hora de comer vi al rector del Santuario y le pedí una explicación y me dijo que era una costumbre centroeuropea de cristianos que, por  lo que fuera, no podían comulgar pero se acercaban a recibir una bendición. Me dijo que en Portugal eso no tenía tradición y que no lo hacían los portugueses.

Estuve en la Laus peremnis en adoración. Allí reinaba el silencio y adoraban unas 40 personas. Estaban sin prisas,  de rodillas o sentados. Se estaba bien. Tenían flores frescas, no muchas,  y las láminas en torno a la hostia Santa brillaban como unas nubes en la puesta de sol.



 
Hotel Nossa Señora do Carmo
El mensaje de Haced penitencia que dijo la Virgen y que repitió con fuerza la vidente Lucia, se cumple exteriormente en las muchas personas que hacen un recorrido de rodillas en la explanada y en torno a la capeliña.

  He podido ver, con emoción, a familias enteras con niños pequeños que por momentos imitaban a sus padres e iban de rodillas. También se cumple esta petición de la Virgen, en las muchas personas que acuden a confesar y que llenan la capilla de las confesiones.

 El mensaje de oración se palpa en todo el ambiente de recogimiento en los distintos lugares de visita.

Están en obras en el primitivo santuario y, en Aljustrel,  hay nuevas viviendas de familiares de los videntes que fueron restauradas y están para  ser visitadas por el público.

Inar Francisco junto al pozo

La prima de sor Lucia. Lucila la saluda.

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