miércoles, 16 de diciembre de 2015

Dios es providente




Visitando una iglesia de Santiago con motivo del Año de la Misericordia estuve en diálogo con la cuidadora que nos abrió las puertas para poder ver la capilla. Esta cuidadora nos contó una curiosa historia que quiero relatar.

Un día fue a la capilla en cuestión a  limpiar el retablo. No le dijo nada a su marido y cuando entró en la capilla cerró la puerta con llave.

Luego subió al altar con una escalera y desde allí limpió y arregló parte del retablo. Cuando quiso bajar colocó el pie fuera de la escalera y cayó sobre el pavimento “como un saco de patatas”.

En poco tiempo le pasó por la imaginación su situación, estaba sola, no tenía teléfono,  su marido no sabía nada y la puerta estaba cerrada. Y además aquella iglesia no se abriría  hasta tres días después…  miró para el sagrario y se puso a hablar con el Señor allí presente haciéndole ver, con cierta angustia y esperanza, 
que le tenía que ayudar puesto que ella estaba allí por Él.

Intentó moverse creyendo que algo tenía que estar roto, pero comprobó que nada estaba roto y que podía incorporarse. Se levanta y se convence, con agradecimiento,  de que Dios es un Padre providente y que ayuda a sus amigos.

Cuando llegó a casa le dijo a su marido que si no se enfadaba le contaba lo que le había pasado. Se lo contó e hizo el propósito de ser más prudente previendo situaciones de peligro.

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