jueves, 21 de abril de 2016

FE EN IMÁGENES (Parte II).





Hace pocas semanas publiqué un artículo que hacía referencia a mis experiencias pastorales de verano en zonas rurales de mi país Ecuador.

Aquella última vez hablé del Bautismo, de la Penitencia y del Espíritu Santo utilizando imágenes y figuras que pretenden poner al alcance de cualquier persona los misterios de la fe de una forma simple y agradable.

Hoy quiero dedicar unas líneas a la Eucaristía y de la Unción de los enfermos.

v  Eucaristía.

Cuando tenía 20 años ingresé en el Seminario Mayor para ser sacerdote. Recuerdo claramente que hice imprimir una foto muy bonita de mi familia y la puse en un cuadro y la llevé conmigo. Cada día antes de dormir miraba la foto, los recordaba y rezaba por cada uno de ellos. Era una forma de “sentirlos conmigo”.
Hace tres años me pidieron venir a España para terminar mis estudios teológicos. Lo primero que pensé es que por nada del mundo iba a viajar sin aquella fotografía de mi familia. Hoy está conmigo, y sigo haciendo lo mismo que cuando estaba en Guayaquil. Los miro y los siento cerca, los siento conmigo.


Para mí esto es la Eucaristía. Cristo se ha quedado ahí por nosotros. Y no solo para que lo “sintamos” con nosotros. Él verdaderamente está aquí, presente, cercano. Si el mirar la fotografía familiar causaba en mí tal sensación de cercanía, ¡Cuánto más viva es esta cercanía con Cristo! No es solo un recuerdo, es una realidad. Él está presente, él está conmigo. Lo puedo ver, tocar, comer, hablarle.

Por esto no debemos perder nunca la oportunidad de ir a la Iglesia para participar de la Santa Misa o para hacer un rato de oración frente al sagrario. Si un cuadro familiar es capaz de hacernos sentir con las personas amadas, la Eucaristía nos hace llegar el Amor de aquel Dios que no ha querido apartarse de nosotros ni siquiera un segundo.


v  Unción de los enfermos.

He contado ya que hace tres años llegué a España. Para poder entrar en este país tuve que conseguir una serie de requisitos. Entre estos, los más importantes son el Visado y el Pasaporte. Sin estos me hubiese sido imposible pasar Migración en el aeropuerto de Madrid. Una vez que aquel hombre de la Policía revisaba mi pasaporte y ,dentro de él, el visado respectivo de estudiante,  me dejaba pasar.


Algo parecido podemos decir que pasa con la Unción de los enfermos. Cuando queremos viajar a la Patria Celestial debemos tener ciertos “requisitos” para poder ingresar. Y así como yo decía que eran de gran importancia el Pasaporte y el Visado; en este caso es importante limpiar el alma con la Penitencia, ser consolado con la Santa Unción y recibir el Viático como alimento necesario para el camino hacia el Cielo.

 Recibiendo estos “requisitos espirituales indispensables” podremos llegar a la “Migración del Reino de los Cielos”. Ahí san Pedro que estará como un hombre de la Policía en la puerta, nos dejará entrar a gozar eternamente de Dios.




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