miércoles, 14 de febrero de 2018

Hablan de lo que llevan en el corazón (a propósito del carnaval de Santiago)



Esta mañana del  14 de febrero, fui a la peluquería y eché un vistazo al periódico en el que leí, desde luego sorprendido, por la falta de estilo y la vulgaridad, el parlamento (pregón) con motivo de los carnavales. Se ofendía a la Virgen, a Santiago el apóstol etc.

Había leído  hace poco tiempo sobre los acontecimientos de Fátima, en su centenario, que la Virgen pedía desagravio por las ofensas contra su Inmaculado corazón. No me lo creía mucho, pues me parecía imposible que hubiera personas que  blasfemen contra María ( ¿qué mal les ha hecho?). Pero  esto me abrió los ojos a la realidad. Ciertamente, no sé los motivos de fondo de lo ocurrido.

Es sabido que el demonio, el gran amargado, odia de un modo especial a María, cuyo nombre ni siquiera quiere pronunciar, y , ese odio, lo lleva a personas concretas que lo difunden. Como no cambien,  les veo un mal final.

Cuando salí del peluquero hice el propósito de dar una respuesta a lo que había leído y empecé por  rezar más rosarios que tanto recomendó la Virgen, pensé de respetar y apreciar más a la mujer que imitando a  María con su buen hacer y su conducta, extiende por el mundo el perfume de María. Me alegró también que el arzobispado y otras personas, levantaran la voz contra esos desafueros, y espero que aun sean más los que lo hagan.

A esa persona, lo digo con franqueza, no la odio, soy capaz de quererla, incluso me esfuerzo por comprenderla aunque no la conozca, pero le animo a alistarse en la espiral del bien y la belleza, no en la del mal.

S. Agustín dice que  todos los vicios, nacen de la misma raíz: el amor de si mismo, es decir del egoísmo. Pienso que hay que salir de ese  nivel y pasar al nivel superior que es servir a los demás, ayudarles y darles alegrías.

Así pues, lo que hay que arreglar es el corazón. Cuando el corazón está amargado o roto, rezuma  lo que lleva dentro. Ya lo dice el Evangelio que del corazón brotan los robos, adulterios, injusticias etc. Un corazón así,  produce esos  frutos amargos.

                      ¿Qué más decirse podría
en tu alabanza y loor,

después de decir que un día

fuiste sin mancha, ¡oh María!,

la Madre del Redentor?



   Corazón que ante tu planta

no adore grandeza tanta,

¡muerto o podrido ha de estar!

Garganta que no te canta,

¡muda debiera quedar!
José María Gabriel y Galán










Espero que haya otras plumas mejores que la mía, que den respuesta convincente y pública , a esto que no honra a los protagonistas, ni a la ciudad de Santiago,  ni a los que callan y consienten.

Víctor Manuel Sánchez Lado.

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