sábado, 10 de febrero de 2018

La alegría de servir




Fui a la residencia de ancianos de San Marcos a visitar a unas feligresas. Al pasar por una pasillo observé el movimiento extra de dos empleadas jóvenes,  colocando adornos y escritos en las paredes de dicho pasillo.

Pregunté qué pasaba y me dijeron que se cumplían 175 años del nacimiento de la Fundadora, Teresa Jornet (1843). Los escritos son frases muy bien diseñadas de la santa. Quizá servirán de examen de conciencia para unos y otros.

Es de justicia recordar a nuestros antepasados que dejaron huella en la historia. Más que huella, un reguero de bien y de belleza en todos los sentidos, humano y espiritual.

Hay belleza en hacer sonreír a un anciano, escuchar una confidencia o un sufrimiento y dar ánimo. Hay también belleza en hacer llevadera la enfermedad e incluso la muerte. Esto hacen las religiosas, tesoro de la Iglesia y motivo de santo orgullo de los católicos. También las empleadas participan de esta  tarea y lo hacen muy bien.

Las religiosas hacen su labor por amor a Dios y a los ancianos que son Cristo. Es una labor si tasa de tiempo teniendo en cuenta las personas. El anciano puede estar deteriorado, pero no deja de ser persona.

Se ve un derroche de atención y afecto que  se concreta en palabras, atenciones, interés no fingido y oración. Las religiosas rezan por sus ancianos y les ayudan a mejorar en su vida espiritual respetando su libertad. Les quieren como Dios les quiere, tal como son.

En la casa hay un clima de libertad, pueden moverse por todos los lugares, pueden salir si están en condiciones y si sus amigos le vienen a buscar no hay dificultad ninguna en salir con ellos.

Yo no veo en las religiosas más que caras alegres y felices, que regalan sonrisas aunque a veces estén cansadas y que viven entregadas a Dios que es el Amo de la casa. Son un  perfume derramado y una presencia de María que se difunde y llega a lejos,  no sabemos hasta donde. Es como la luz que se difunde a distancias insospechadas.

Hay que dar gracias a Dios porque ha inspirado a Santa Teresa Jornet  esta delicada atención con la ancianidad y la preocupación de hacerles llevaderas las normales dificultades  de todos los días, incluida la enfermedad y la muerte.

¿Qué decir de los ancianos acogidos?
Los ancianos han de aprovechar esta oportunidad, santificándose en esta etapa de su vida (tienen un sacerdote que pueden contar con él), acercándose a Jesús  como tantos en el Evangelio, el es luz y salvación.

 Pienso que han de  procurar cooperar en la convivencia, no ser una carga en la medida de lo posible y agradecer lo que hacen por ellos devolviendo amor por amor.

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