martes, 13 de febrero de 2018

Hablemos de San José




En una noche de insomnio mi pensamiento fue suavemente  hacia S. José, pues tiene mucho que ver con las noches.
Un ángel le habla de noche en sueños. Se ve que tenía abierta las puertas del alma y se pudo comunicar con el ángel.

De noche nace el Niño, y  es probable que no durmiera nada en aquella noche.
De noche, pasados días , quizá semanas, tiene que levantarse, coger al Niño y a su Madre y huir a Egipto.

¿Cómo acertaste con los caminos?
 Quizá esperaste por una caravana, pero el mandato de Dios era tajante, no se podía esperar. Los  primeros  quilómetros seguramente fueron dramáticos y de mucha preocupación de acertar.
Bueno... s. José,¡ cómo te quieren en la Iglesia!. Estás presente, con tu imagen, en todas las iglesias del mundo.

Muchas congregaciones o llevan tu nombre o están bajo tu patrocinio. Toda la Iglesia te tiene como patrono y te mira como modelo en todo.: en el trabajo, en el trato con Jesús y María, en la obediencia a Dios, en la humildad. Cualquier virtud que pensemos la  tienes tú. Tu nombre es usado por hombres y mujeres como distintivo y es uno de los más populares.
 
Tu vida tiene dolores y gozos. Se parece a la nuestra. Tan pronto nos reconocen un mérito como luego viene una contradicción.
 Hay que reconocer que a la hora de la muerte estuviste muy bien acompañado, de Jesús, que ya era un joven  responsable, y al lado de María que te daría palabras dulces de ánimo.

 Así es fácil enfrentarse con la muerte y también se puede esperar un juicio en que Dios Padre se pueda quedar muy contento en dar el aprobado o el sobresaliente para la vida eterna.

Cuando pienso en ti te veo metido en el taller, con las herramientas bien ordenadas y con belleza. María a tu lado haciendo labores con la rueca y el Niño, cuando pequeño, sentado en el suelo y jugando con las virutas.

 Cuando creció escuchando tus enseñanzas de carpintería.
Estuve en una ocasión en tu casa de Nazaret. Allí nos enseñaron un pozo, en donde siguiendo la costumbre judía tomabas los  baños rituales.

 Y luego te veo caminando con Jesús a la sinagoga los sábados según manda la Torá.  Me imagino que harías sabrosos comentarios de los árboles y sus propiedades, quizá  de la palmera que sale en los salmos ,”el justo crece como la palmera” y de las flores fijando tu atención en su belleza.
 Y también me imagino que contarías historias de los animales: del perro, de las gallinas, del zorro,  de las hormigas. Vio Dios que eran bueno, se dice la Biblia. Luego Jesús   lo usará en su predicación, p.e. decía de Herodes: decidle a ese zorro…

Querido S. José: ¿cómo era María? Cuéntame.  ¿Qué admirabas de Jesús?

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