sábado, 21 de marzo de 2020

DOMINGO V DE CUARESMA






Ciclo A. -Juan 11, 1-45
29/03/2020.- Comentario.


El pasado domingo contemplábamos al Ciego de nacimiento como la realidad personal en la que se manifiesta la obra y poder de Dios. Hoy, en el Evangelio de la Resurrección de Lázaro, se plasma gráficamente la victoria sobre la muerte. Va intentar hacer ver a los discípulos la verdad del Hijo y la del Padre, precisamente por la muerte del amigo Lázaro, pero incomprensible todavía para los discípulos y los allí presentes.

Se pasa por la Muerte a la Resurrección. Cristo glorifica al Padre y el Padre glorifica al Hijo.
Lo primero que nos enseña Jesús es que no debemos precipitarnos en la vida y saber esperar, en la salud cuidándola y ante la muerte también: como lo hizo Él.
No violentar la naturaleza de las cosas. La muerte debe suceder. Forma parte de nuestra naturaleza después del pecado. Siendo muy humanos y naturales: no tirándonos desde el alero del templo, contra la ley de la gravedad; y ante la muerte, respetando incluso los tres días establecidos para los antiguos en su recorrido natural y para poder también certificarla.
Cuando Marta le dice a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano”..., está confesando que Cristo salva de la muerte, pero también está manifestando su propia “mentalidad” todavía, que tendrá que ir mejorando en el camino hacia la Verdadera Vida en el más allá después de la muerte.

No esperemos por lo tanto una resurrección anticipada y procuremos en cambio conservar esta vida lo más posible frente a las ofertas del mercado actual.. Nuestra resurrección corporal será al final de los tiempos, después del Juicio Final.

Cuidemos por lo tanto ese camino a recorrer, poniendo todos los medios para identificarnos con Jesucristo: Quien cree en mí tiene la vida eterna”. Nuestro paso no es de la muerte a la vida, sino de esta vida a la Vida del Hijo.

El verdadero tránsito a la Vida se inicia en el Bautismo, siguiendo luego por los demás sacramentos, que son siete, y que debemos cuidar con cariño y esmero, porque en ello nos va también la verdadera Vida.
Por eso debemos poner todo el interés posible en cuidar como Dios nos de a entender, pero con el máximo esfuerzo y cariño, el cuidado de nuestro Propio Camino Cuaresmal (Bautismal) y ayudar al de nuestra propia familia y amigos. Esto es lo que nos trata de recordar la Cuaresma.

Por eso me estoy tomando la molestia de escribir estas cosas para mi y para vosotros y así, desde vuestras propias familias, podáis repensar lo que desde aquí os recuerdo.

 Espero que, como guión de trabajo, que os sirva para mejorar en vuestras relaciones familiares y fraternas, esta simple lectura comentada entre todos.
Lázaro estaba atado con vendas y con la piedra del sepulcro ya encima. Las vendas y piedras, nos recuerdan lo tropiezos, dificultades, engaños, perezas, negligencias, descuidos,... que tenemos que cuidar evitándolas, porque el tiempo parece que se nos hace noche y podemos encontrarnos con las manos bastante vacías a la hora de la verdad final de nuestras vidas.

Como final te adjunto este comentario a Mt. 5, 20-26 que acabo de leer en MAGNÍFICAT, pgn.97. N.196. Sobre esta frase: “Procura arreglarte enseguida”./ “Uno de los elementos esenciales de la confesión es la enmienda, arreglar la situación provocada por nuestro pecado. La mayoría de las veces significa reconciliarnos con el hermano ofendido y no siempre es fácil, porque somos presa de la soberbia o el temor. Que el camino cuaresmal sea de auténtica liberación y podamos reencontrarnos como hermanos”.



Simón-David Castro Uzal sdavidcuzal@gmail.com


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